Tejido social en riesgo
Martha Gonz�lez
Ayer, otra vez un conato de linchamiento rompi� la tranquilidad de una comunidad mexiquense. En esta ocasi�n, los hechos ocurrieron en Coacalco, cuando los vecinos lograron retener a dos de cuatro presuntos asaltante que intentaban huir. Uno de ellos estaba armado.
Con la golpiza, uno de ellos perdi� la conciencia y el otro se notaba mal herido. Todo fue grabado por los vecinos y publicado en redes sociales.
Por fortuna, la polic�a pudo rescatar a los dos sujetos y los llevaron al hospital. De su estado de salud, nada se sabe.
En las im�genes que circularon en redes sociales se nota la sa�a con la que fueron golpeados, hasta que uno qued� sangrando en el piso una persona calm� a los vecinos para que ya no golpearan al otro.
A la larga, el problema verdaderamente grave es que la violencia se normalice al grado de que para ciudadanos de bien sea justificable golpear hasta dejar inconsciente a un sujeto porque intent� asaltarlos.
El rompimiento del tejido social es grave y las repercusiones lo son a�n m�s, porque probablemente a muchos no les parezca importante defender la vida de los dos presuntos asaltantes, pero a todos nos debe importar la integridad de los ciudadanos que, enardecidos, son capaces de estar a punto de quitar la vida a otro.
Esos brotes violentos revientan la convivencia social y llevan a conductas que pueden resultar perjudiciales para los ciudadanos, adem�s de que violentan la ley.
Ya hemos visto casos muy lamentables en los que los linchados sin inocentes y pierden la vida como resultado de rumores en redes sociales.
Ocurre que ante el temor de los ciudadanos, normalmente gente de bien, ese tipo de informaci�n falsa desierta el m�s b�sico de los instintos, que es la necesidad de protecci�n.
As�, personas comunes llegan a situaciones extraordinarias que terminan en tragedia. En este contexto, es urgente que la inseguridad que viven los ciudadanos disminuya. Los resultados sin urgentes.
No solo est�n en juego los bienes de los ciudadanos o su vida. Tambi�n est� en riesgo la capacidad de los ciudadanos de vivir en paz.
La convivencia pac�fica es primordial, no puede quedarse en segundo o tercer t�rmino.