Hace ya un buen tiempo que llegaron al estado de M�xico la Marina, el Ej�rcito y la Guardia Nacional con la intervenci�n del gobierno federal en apoyo a la seguridad mexiquense y no parece haber a�n una soluci�n, por el contrario.
Y es que pese a que las autoridades insisten en la disminuci�n de delitos, en particular los de alto impacto, los mexiquenses no vivimos tranquilos y las estad�sticas muestran avance.Ahora, tambi�n las fuerzas federales apoyan en los operativos de seguridad el transporte p�blico, pero eso ocurre desde el sexenio pasado y la cosa no mejora.
Lo cierto es que en muchas localidades del Estado de M�xico, el miedo se ha apoderado hace tiempo ya de la ciudadan�a, mientras los gobiernos municipales, francamente rebasados, no saben que respuesta dar.
La violencia y la delincuencia, tanto la com�n como la organizada, parecen comandar en algunos de esos municipios, que cada vez son m�s, donde es urgente una medida dr�stica.
En este contexto, es probable que muchos ciudadanos sientan alivio con la presencia de efectivos militares y de la Guardia Nacional, pero eso no necesariamente es positivo.
Y es que lo adecuado es que el Ej�rcito, en todas sus modalidades, se quede en los cuarteles y que sea la polic�a civil la que se encargue de la seguridad interna del pa�s. Sin embargo, la corporaci�n que ten�amos era la Polic�a Federal y esa ha derivado en un cuerpo amorfo que no es funcional.
Tal vez este es uno de los efectos m�s negativos de la violencia y la criminalidad, pues el tejido social se rompe de tal manera que, tanto ciudadanos como autoridades aceptan circunstancias que en condiciones normales les hubieran parecido inaceptables.
As� pasa entre los mexiquenses del sur, donde muchos empresarios han accedido al pago de cuotas a cambio de seguridad. En principio lo hicieron porque no quedaba otra, pues si se negaban, pon�an en peligro vida, familia y negocio.
Ahora, pasado un tiempo, se�alan que es mejor pagar, porque en efecto tienen m�s seguridad que con las autoridades, pues a ra�z de que han aceptado la extorsi�n, ya no padecen robos.
Hoy, gente que critic� con entusiasmo la presencia y permanencia del Ej�rcito y la Guardia Nacional en otras entidades, parece aplaudir que soldados patrullen las calles de su comunidad, y se acostumbrar� a integrar estos operativos a la cotidianidad, a�n cuando sabemos que no son m�s que un signo de lo mal que est�n las cosas por el Estado de M�xico y de lo mucho que se dejaron crecer.Lo �nico bueno es que, ahora ni como negarlo. Dadas la circunstancias, no queda m�s que aceptar que tenemos un problema grave y que se requiere de ayuda externa para resolverlo. Ojal� estemos a tiempo.
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