La crisis económica por la pandemia dista mucho de estar zanjada y no es la única, pues se suma a la acumulación de circunstancias negativas que ya veníamos arrastrando.
Desempleo, empleos sin seguridad social y salarios que apenas alcanzan para sobrevivir, desesperanza y falta de oportunidades, un panorama poco alentador para decenas de miles de personas que ahora enfrentan además condiciones de salud precaria y temor a una nueva ola de Covid.
En ese contexto, el ambulantaje es en efecto un enorme problema para el comercio establecido, para la seguridad, la limpieza y muchas otras cosas que tienen que ver con el orden que requieren las ciudades para la convivencia saludable.
En el estado de México, en particular, las cifras son impresionantes y resulta que hay más gente que vive de esa actividad irregular que de un empleo formal.
Ante este panorama, es obvio que urge la intervención de las autoridades para meter al orden a todas estas millones de personas que viven fuera del marco de la ley, por todas las implicaciones involucradas.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que, al menos los empleados, aceptan trabajar en este tipo de actividad porque no tienen mejores opciones.
Es decir, no podemos pretender desaparecer de tajo el ambulantaje, porque al menos en el estado de México significaría enviar a 3.7 millones de mexiquenses al desempleo, cosa que a nadie conviene.
Seguramente luego de los estragos de la pandemia las cifras son mayores, de modo que no es tan sencillo como parece.
En todo el estado creció el comercio informal de manera inusual y hoy muchas familias que se quedaron sin fuente de ingresos o perdieron sus negocios formales han tenido que acudir a este tipo de opciones.
Así las cosas, es necesario encontrar soluciones, pero que no resulten peores que las enfermedades y en Toluca esa parece ser la intención.
El alcalde Raymundo Martínez Carbajal ha señalado que pretende recuperar la legalidad y el orden en las calles, así como ha insistido en otros temas, como el pago de servicios, el ordenamiento vial, el cierre a la circulación vehicular en el primer cuadro los fines de semana, el control de las motos irregulares y de los autos con vidrios polarizados.
Evidentemente son iniciativas que no resultan bien recibidas por todos los sectores, luego de vivir en desorden, es difícil volver a la legalidad. Sin embargo, es la mejor opción para los ciudadanos, los beneficios pueden ser enormes, en especial en la vuelta a la tranquilidad.
Por cierto, esos organismos empresariales que pusieron el grito en el cielo con el cierre de la circulación vehicular del primer cuadro los fines de semana y señalaban histéricos que se estaban entregando las calles al ambulantaje, ¿no tienen nada qué decir ahora que los ambulantes presionan con manifestaciones porque los retiran de las calles?