Esta es la peor era de comunicaci�n para tener una pandemia de alcances globales, la era de la posverdad, cuando una mentira asumida como verdad o incluso una mentira asumida como mentira, pero reforzada como creencia o como hecho compartido en una sociedad es el concepto que domina en las redes sociales, que son la fuente de informaci�n en la que conf�an millones de lectores por todo el mundo.
Esto significa que el ciudadano actual no discierne entre verdades y mentiras m�s all� de lo que decida creer. Una realidad en la que la frontera entre lo cierto y lo falso es tan endeble como el criterio del receptor lo permita.
Esto no podr�a entenderse sin la irrupci�n de las redes sociales y el mundo digital en la escena mundial, en la que lo importante parece ser el qu�, sobre el qui�n lo dice.
Las redes sociales se convierten en una realidad alternativa en la que cada persona construye su propia realidad paralela, en la que comparte informaci�n, gustos, intereses, valores, creencias, ideales y preocupaciones con un grupo muy espec�fico de personas con las que convive y de las que se retroalimenta.
As�, el muro de cada usuario de Facebook, por ejemplo, es una especie de plaza p�blica en la que se discute la �realidad� de cada qui�n en un ambiente de democracia exacerbada en el que todos pueden participar, opinar e informar lo que mejor les parezca, sin filtros, mediadores ni mucho menos regulaci�n.
Es en este mundo digital donde las fake news y el llamado �periodismo ciudadano� dominan la escena informativa, con los riesgos que ya han sido m�s que probados en todos los niveles y sectores.
Ese tipo de informaci�n ha terminado por superar la que emiten los medios tradicionales, que han perdido credibilidad ante la posverdad y los mecanismos informativos de las redes.
El problema es que esa realidad paralela de las redes sociales termina por imponerse sobre la vida verdadera y las repercusiones alcanzan niveles tan graves como la manipulaci�n electoral o la muerte de inocentes.
Manuel Buendi?a deci?a que el periodismo es una de las profesiones ma?s exigentes de la sociedad moderna y que nadie deberi?a permitirse “jugar a ser periodista” porque hace un dan?o en diversas escalas a la comunidad. “Esta no es una tarea que admita inconstancias ni actitudes caprichosas”.
Y sin embargo, hoy millones de personas con un dispositivo en la mano se dan licencia para informar sin rigor ni �tica de por medio, mientras otro tanto les cree sin razonamiento alguno.
El resultado de esa combinaci�n es un desastre.
Martha Gonz�lez Aguilera