Martha Gonz�lez
Ayer los diputados locales aprobaron en comisiones una reforma a la ley que permitir� que la elecci�n de presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de M�xico�� se lleve a cabo de manera secreta, con la finalidad de evitar coerciones a los magistrados y que cada quien decida de manera independiente por el candidato de su elecci�n, o al menos ese es el argumento de los legisladores para esta modificaci�n.
Lo cierto es que ya hay una confronta franca y abierta entre los dos poderes, o al menos entre la bancada morenista y el actual titular del poder judicial, que est� por dejar el cargo.
Todo empez� con el tema de austeridad, cuando los diputados de esa bancada insistieron en disminuir los salarios de los magistrados, como lo hicieron en el tribunal federal.
Sin embargo, el magistrado presidente, Sergio Medina, respondi� que es atribuci�n del Poder judicial determinar ese tipo de asuntos y que el recorte de presupuesto saldr�a de otro tipo de medidas.
Luego, los diputados instaron al Poder Judicial a cambiar los mecanismos para el nombramiento de magistrados y la repuesta otra vez fue negativa.
Ahora la disputa est� en que Morena, a trav�s de sus legisladores, insiste en que la elecci�n de presidente del Poder Judicial es opaca y manejada �desde el poder�, para los intereses de unos cuantos, por lo que no da espacio a la verdadera competencia. Algo as� como �dedazo�.
Claramente es necesario que la vibrante democracia que hoy vive el Estado de M�xico, en la que se construye un nuevo equilibrio de poderes, debe reflejarse en todos lados, cosa que implicar� cambios y desde luego hay resistencia a �stos.
El Poder Judicial s�lo ha respondido que tiene su forma de hacer las cosas y seguir� en la misma tesitura.
A la larga, ambas partes tienen algo de raz�n. Se requieren cambios, pero los poderes tienen autonom�a e independencia, tanto el Legislativo, como el Ejecutivo, como el Judicial.
En este contexto, la discusi�n est� en hasta donde debe y puede de manera justificable el Legislativo intervenir en la vida interna del Judicial, por mucho que sus argumentos sean v�lidos.
El voto secreto suena l�gico, y si la elecci�n es libre como lo ha sostenido el Poder Judicial, no deber�a representar un conflicto.
Sin embargo, el meollo del asunto es mucho m�s profundo y est� en el equilibrio al que todos aspiramos, uno en el que ning�n poder tenga m�s peso que otro y eso es lo que debemos construir.