Esto que les cuento, pas� hace siete a�os. Y vale la pena platic�rselos, porque el d�a del maestro, debemos honrar a quien nos ha dado tanto. Esto es, m�s que una pl�tica, un acto de amor de lo que nos dej� mi suegro: alguien que fue Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Naci�n.� Luis Felipe Canudas Orezza.�
En aquella �poca hubo un convenio muy importante. El Instituto de Administraci�n P�blica, a trav�s de su presidente, el Doctor Jos� Castelazo de los �ngeles, tuvo a bien hacer la donaci�n de casi siete mil libros, al Instituto de Investigaciones Jur�dicas de la UNAM, a petici�n m�a. Fue un acto hermoso, en donde tambi�n estuvieron el decano del Instituto, el Doctor Diego Valad�s y el Doctor Hector Fix.��
El abogado Luis Fernando Canudas Monta�o, en su papel de nieto del Ministro Canudas, al dar las gracias, dijo: �Las familias que represento, Canudas Orezza, Canudas Flores Paz y Canudas Monta�o, nos sentimos inmensamente orgullosos que la Biblioteca del Doctor Luis Felipe Canudas Orezza, en mayor medida jur�dica, pero tambi�n filos�fica, repose en este recinto.��
Esta biblioteca no llega completa. CONDUMEX aun cuando su �mbito es la iniciativa privada, es la empresa que posiblemente m�s esfuerzos y tiempo en su momento dedico al an�lisis y estudio de la Revoluci�n Mexicana, adquiriendo de la biblioteca del Maestro Canudas Orezza 4000 textos con respecto de la Revoluci�n Mexicana, dato que solo nos arroja una sola conclusi�n: �El maestro Canudas Orezza fue un estudioso del derecho a la Revoluci�n y del derecho de la Revoluci�n; de las disposiciones jur�dicas constitucionales que comenzaron a aplicar desde 1917. �Yo no tuve el privilegio de ser alumno de mi abuelo; tengo la bendici�n de ser su nieto; hablo como el hombre de fe al que aspiro ser, la ciencia aqu� est� a nuestras manos, depende de nosotros, hacer nuevos descubrimientos y nuevas t�cnicas jur�dicas y de aplicaci�n.��
�Mi abuelo me apreci� mucho. Soy su primer nieto, garant�a de que sus generaciones hab�an prosperado, trascendido. Los fines de semana aun cuando era un hombre recio de car�cter, era gentil, educado en extremo, respetuoso, generoso, amable dentro de sus propias posibilidades; siempre fue un hombre de rigor, gustaba de llevarme a pasear al Sanborn�s de los Azulejos al cual asistimos muchas veces; en cada momento aprovechaba para comprarme un reloj y record� tempus fugit y principio general de derecho, no hay tiempo que no llegue y plazo que no se cumpla.��
�El tiempo no es algo que podamos guardar en el banco, es algo que �l aprovecho para prepararse, ilustrarse y prosperar acad�micamente. Se volvi� un hombre sabio y muy probablemente, m�s all� de su instrucci�n universitaria, estemos frente a uno de los m�s grandes autodidactas del siglo pasado: 16, 000 libros le�dos, as� lo refieren.��
Junto con �l, hoy recordamos en primera instancia a mi abuela, su esposa la Profesora normalista Sara Flores Paz, a mi padre Luis Fernando; a sus hijos Luis Felipe y Luis Francisco que donde quiera que se encuentren, creo que abrazan con mucho gusto esta notable decisi�n del INAP, de trasladar a esta sede, tama�o acervo cultural.��
�Recordamos al Maestro Jos� Ignacio Pichardo Pagaza que antes de polit�logo, es abogado, la abogac�a es su primera carrera universitaria. Gracias a sus buenos oficios cuando fue presidente del INAP, esta biblioteca pudo llegar a la Instituci�n; y al Dr. Jos� Chanes Nieto, Dr. Luis Garc�a C�rdenas, Dr. Pedro Zorrilla, a Don Luis Cabrera; a Remedios Ezeta; a Don Gabino Fraga; a sus colaboradores, alumnos, amigos, incluidos el C. Presidente Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Naci�n, Juan Silva Meza, quien ha facilitado el texto �Retratos Vivos� editado por el m�ximo �rgano jurisdiccional, en donde aparece mi abuelo.��
�El ministro Canudas Orezza en su piel, sinti� la necesidad de prosperar. A su llegada a M�xico cuando era estudiante, comenz� a trabajar como meritorio en la Octava Agencia del Ministerio P�blico en Cuauht�moc y Esperanza, en la Colonia del Valle, su salario era lo m�nimo indispensable, el sustento, para su comida.��
�Llego de Ciudad del Carmen junto con su hermana Mar�a de los �ngeles, a picar piedra, a trabajar fuerte, a un departamento en el Centro Hist�rico ubicado en la calle de Brasil. Gustaba de estudiar a Ju�rez y a Hegel.��
�La �nica ense�anza que recuerdo es que alguna vez, entre abogados, en su casa debat�an si el matrimonio era un convenio, un contrato, porque se deb�a liquidar la sociedad conyugal. El m�s cercano sosten�a que era un acuerdo de voluntades para lo que abruptamente interrumpi� y les dijo: Nunca se les olvide que el matrimonio es una Instituci�n del Derecho Familiar sagrada, donde la mujer adquiere todos los derechos y el hombre todas las obligaciones.��
�En este siglo xxi, a�o 2014 todav�a seguimos legislando reformas pol�ticas que consideren a la mujer, s�, pero que obliguen a los esquemas de poder a otorgar los mismos derechos, es decir las mismas oportunidades de competencia a la mujer mexicana. �En esa �poca, una forma de contrarrestar la desigualdad de g�nero, m�s all� del debate jur�dico sostenido, era la intencionalidad de reconocer y de considerar, al menos en su aspecto formal y material, a la mujer mexicana como pilar del n�cleo familiar. As� tendr�a que ser siempre.��
�Hoy tendremos una naci�n segura, cuando exista una casa segura; la descomposici�n del n�cleo familiar, han logrado que factores externos impacten en el Estado Mexicano. Los valores y tradiciones del Estado Mexicano se han decodificado. �En mi opini�n, al abuelo le habr�a dado mucha tristeza dar cuenta de la realidad social de la familia mexicana hoy en d�a. Habr�a enfilado todas sus energ�as a la reconstrucci�n del tejido social desde su n�cleo. Habr�a combatido las causas injustas que provocan su desintegraci�n. Este es un claro ejemplo de las causas sociales y jur�dicas que el Doctor. Canudas Orezza enarbolaba y que vivir�n siempre.�
POR GILDA MONTA�O�