Antonio Espinoza
Joven abuelo: esc�chame loarte:
�nico h�roe a la altura del arte.
Ram�n L�pez Velarde, �La Suave Patria�, 1921.
�Se�or Malinche: ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad y vasallos, y no puedo m�s, y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese pu�al que tienes en la cinta y m�tame luego con �l�. [1] Estas fueron las palabras que pronunci� Cuauht�moc al presentarse ante Hern�n Cort�s el 13 de agosto de 1521, despu�s de ser detenido cuando buscaba trasladarse en una canoa a Tlatelolco, junto con los se�ores de Tezcoco y Tlacopan, sus aliados. Ante tal petici�n, Cort�s decidi� perdonarle la vida en una actitud bastante piadosa, lo que provoc� el desconcierto del joven guerrero mexica. De acuerdo con el arque�logo Eduardo Matos Moctezuma, aquellas palabras fueron malinterpretadas por Marina y por Jer�nimo de Aguilar, los traductores, pues lo que quer�a decir en realidad Cuauht�moc era que Cort�s tomara el pu�al que ten�a en la cinta y que lo �sacrificara� con �l. De esta manera, el caudillo mexica buscaba ser sacrificado para concluir su ciclo como guerrero vencido en batalla. Por este equ�voco ling��stico, el joven guerrero mexica permaneci� con vida, s�lo para luego ser torturado y quedar inv�lido, y, cuatro a�os despu�s, ser ejecutado por orden de Cort�s, sin poder cumplir como deseaba su ciclo c�smico.
Para entender la actitud de Cuauht�moc, se debe considerar el car�cter militarista y teocr�tico de la sociedad mexica. Por obra y gracia de Tlaca�lel, sumo sacerdote e influyente consejero de Itzc�atl, Motecuhzoma Ilhuicamina y Axay�catl, se impuso tiempo atr�s entre los mexicas una visi�n m�stico-guerrera del mundo, en funci�n de la cual hab�a que someter a todos los pueblos a la voluntad de Huitzilopochtli, identificado con el

Sol, para alimentarlo con sangre y mantenerlo con vida. De acuerdo con esta visi�n del mundo, el mexica es el pueblo elegido por el Sol-Huitzilopochtli para alimentarlo con sangre humana mediante la pr�ctica de la guerra. En un libro cl�sico, El pueblo del Sol (1953), el arque�logo e historiador Alfonso Caso escribi�: �El azteca es un hombre que pertenece al pueblo elegido por el Sol, es su servidor y debe ser, en consecuencia, antes que nada, un guerrero y prepararse desde su nacimiento para la que ser� su actividad m�s constante, la Guerra Sagrada�. [2]
La esencia de la concepci�n m�stico-guerrera infundida por Tlaca�lel a los mexicas es que el Sol-Huitzilopochtli s�lo puede mantenerse con vida si se le proporciona la energ�a vital contenida en la sangre humana, la que s�lo puede conseguirse mediante la pr�ctica de las �guerras floridas� y la obtenci�n de v�ctimas para el sacrificio. A diferencia de sus guerras de conquista, que ten�an como objetivo apoderarse de nuevos territorios e imponer tributo a los pueblos derrotados, las �guerras floridas� de los mexicas buscaban procurarse prisioneros para el sacrificio. Mantener con vida al Sol para evitar el colapso de la edad c�smica en que viv�an, fue la misi�n suprema de los mexicas. De ah� que, desde su nacimiento, fueran educados en esta concepci�n m�stico-guerrera, dispuestos incluso a ofrendar ellos mismos su vida en el campo de batalla: �La muerte en el combate era para los aztecas la purificaci�n suprema�. [3]
Hijo del tlatoani Ahu�zotl, Cuauht�moc recibi� desde ni�o la educaci�n religiosa y militar correspondiente a su clase. A la llegada de los espa�oles, era un tlacateccatl (un oficial militar de alto rango), se�or de Tlatelolco y sacerdote del culto a Huitzilopochtli. Tras la muerte de Motecuhzoma y el ascenso al trono de Cuitl�huac en junio de 1520, asumi� el mando de los ej�rcitos mexicas. A consecuencia de la viruela, Cuitl�huac muri� en diciembre de ese a�o, por lo que Cuauht�moc asumi� el poder sin ceremonia alguna ante el inminente ataque de los espa�oles y sus aliados indios. Sobre el joven guerrero que se encargar�a de organizar y dirigir la defensa de Tenochtitlan, Bernal D�az del Castillo nos dej� un retrato: �Guatemuz era de muy gentil disposici�n, as� de cuerpo como de facciones, y la cara algo larga, alegre, y los ojos m�s parec�an que cuando miraba que era con gravedad que halag�e�os, y no hab�a falta en ellos, y era de edad de veintis�is a�os, y la color tiraba su matiz algo m�s blanco que a la color de indios morenos, y dec�an que era sobrino de Montezuma, hijo de una su hermana, y era casado con una hija del mismo Montezuma, su t�o, muy hermosa mujer y moza�. [4]
En realidad, no se sabe cu�l era la edad de Cuauht�moc. Bernal dec�a que ten�a 26 a�os, pero hay autores que dicen que era m�s joven (alguno afirma que pudo haber tenido 18). Lo cierto es que este joven guerrero fue uno de los m�s decididos opositores a la pol�tica de Motecuhzoma frente a los espa�oles. Ya convertido en el caudillo encargado de encabezar la defensa de Tenochtitlan y ante el sitio inminente de la ciudad por el ej�rcito indio-espa�ol, fortific� la plaza, reorganiz� al ej�rcito, mand� construir cientos de canoas para el combate naval y despleg� una intensa actividad diplom�tica para ganar aliados entre sus antiguos vasallos (una pol�tica que fracas�). El sitio de la ciudad comenz� en mayo de 1521. Fue una batalla brutal y sangrienta, adem�s de tremendamente desigual, pues frente a los 300 mil hombres que pudo reunir Cuauht�moc con sus aliados de la Triple Alianza, el ej�rcito encabezado por Cort�s contaba con alrededor de 900 espa�oles y no menos de 150 mil aliados indios.
Hoy podemos decir que la misi�n que el destino le impuso a Cuauht�moc era una causa perdida. Lo que muchos han interpretado como la �heroica defensa� de Tenochtitlan, bien puede interpretarse ahora como un suicidio colectivo. Cuauht�moc y los suyos estaban dispuestos a morir antes de rendirse. Por eso el caudillo mexica rechaz� las demandas de rendici�n que, seg�n Bernal, le hizo llegar Cort�s. [5] La �ideolog�a militarista� en la que fue educado Cuauht�moc desde ni�o, le imped�an aceptar la rendici�n. [6] Sin agua ni comida, en medio de miles de muertos en batalla y v�ctimas de las sucesivas epidemias, Cuauht�moc opt� por replegarse a Tlatelolco para seguir la lucha, lo que ya no fue posible pues fue detenido el 13 de agosto de 1521. El caudillo fue �perdonado� por Cort�s. Cuatro a�os despu�s, en el episodio m�s triste de la expedici�n a las Hibueras, fue ahorcado por orden del extreme�o, sospechando una sedici�n. Era el 26 de febrero de 1525.
[1]�� Bernal D�az del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa�a, M�xico, Editorial Porr�a, 1980, p. 368.
[2] ��Alfonso Caso, El pueblo del Sol, M�xico, Fondo de Cultura Econ�mica/Secretar�a de Educaci�n P�blica, 1983, p. 24.
[3] ��Laurette S�journ�, Pensamiento y religi�n en el M�xico antiguo, M�xico, Fondo de Cultura Econ�mica/Secretar�a de Educaci�n P�blica, 1984, p. 70.
[4] ��Bernal D�az del Castillo, op. cit., p. 369.
[5] ��Ibidem, p. 359-362.
[6] ��V�ase Marco Antonio Cervera Obreg�n, �El militarismo mexica y la defensa de Tenochtitlan a cargo de Cuauht�moc�, M�xico, Noticonquista, http://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2723/2717.