Ha iniciado el quinto año de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador con los ecos de su cuarto informe de gobierno, rendido en la plaza pública y en donde no trascendieron resultados en el ejercicio del año de gobierno que acaba de concluir, sino los cientos de miles de personas que fueron movilizadas para acudir a la marcha convocada por el propio presidente.
En el pasado, hasta el periodo presidencial de su antecesor, los informes de gobierno dedicaban en una ceremonia y en un mensaje dirigido a los habitantes del paÃs, un recuento de las distintas actividades de los diferentes sectores que integran la administración pública federal, en un recuento de datos presupuestales y resultados de las acciones de polÃticas públicas implementadas con base a un presupuesto o presupuestos multianuales.
Son pocas las áreas de la administración pública en el nivel federal que tienen resultados concretos. Son muchas las fallas o la falta de resultados que las encuestas de diferentes medios nacionales recogen de los ciudadanos, los rubros en donde el gobierno federal es mal evaluado con base a resultados en seguridad pública, cobertura de servicios de salud, en educación pública, en creación de empleos, en la promoción de las inversiones, entre otros rubros.
La generación de polÃticas públicas en el combate a la pobreza no ha generado que las condiciones de vida de la población más pobre haya cambiado porque están recibiendo mejores servicios de salud o porque la educación les ha permitido acceder a empleos mejor remunerados.
Durante los recientes cuatro años, el gobierno federal no ha promovido las grandes inversiones privadas, nacionales o extranjeras, que estén generando un fortalecimiento de la infraestructura productiva, o en materia de telecomunicaciones y las obras que se llevan a cabo son con dinero público y en la generación de proyectos que o no están generando los resultados esperados o se han incrementado enormemente en sus costos de construcción, tal es el caso de la refinerÃa de Dos Bocas en Tabasco o la construcción del tren maya en el estado de Quintana Roo.
En sus conferencias diarias por la mañana, el presidente se dirige a esa población de escasos recursos para los que está diseñado el mensaje presidencial y les habla de grandes obras que ninguno de ellos -lamentablemente- podrá conocer o usar en el corto plazo, pero que, sin embargo, les deja la percepción, ante la reiteración del mensaje, de que todo va muy bien. Pero seguramente la realidad en el uso del transporte público y la constante amenaza a sufrir robos a mano armada, contrasta con el mensaje reiterado de que la comisión de delitos va a la baja.
El presidente y su partido hablan de una cuarta transformación que está en marcha y la gente admite que son muchas las cosas a cambiar, sin embargo, lo único que ha cambiado es la austeridad del gobierno y la realización de obras o inversiones en beneficio de un sector importante de la población, algo que sin duda también aumentó es el número de la población clientelar que recibe dinero en efectivo sin reglas de operación y que no ha impactado en la reactivación del mercado interno.
Algo que también ha cambiado a ciencia cierta es la narrativa presidencial que todos los dÃas habla de lo bien que avanza el paÃs, de lo mucho que se hace y de lo mucho que la cuarta transformación realiza y la muy avanzada militarización del paÃs; sin embargo, las cifras del crecimiento y el desarrollo económico, del crecimiento en servicios de calidad y del bienestar no reflejan otra cosa mas que algo evidente: México sigue sin cambiar.
Por Alfredo MartÃn