Soldados, Marinos, miembros de la Fuerza Aérea, de la Guardia Nacional, personal en activo y en retiro, así como familiares y amigos, acudieron a una marcha convocada por familiares e integrantes de militares que están en desacuerdo por el proceso que se lleva en contra de soldados por la violación de derechos humanos en el cumplimiento de su deber.
La marcha, realizada el pasado domingo convocó a centenares de personas que caminaron por Paseo de la Reforma hasta el Zócalo de la Ciudad de México para manifestarle al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos por el encarcelamiento de militares por presuntos delitos en la participación de tareas de seguridad pública.
Desde el inicio de la actual administración federal se ha escuchado que muchos militares de distintos rangos, tanto activos como retirados, están en desacuerdo por el trato que las tropas y los mandos han recibido al ser incorporados a tareas diversas que van más allá del entrenamiento militar y de las funciones que durante lustros nuestras fuerzas militares han desempeñado en auxilio a la población civil en casos de desastres naturales.
La primera inconformidad surgió ante la desaparición de la Policía Federal que durante décadas vigiló y se encargó de aplicar la ley en las carreteras y puertos aéreos. Aquí la decisión presidencial pasó muy seguramente por la supuesta corrupción de sus elementos y por la injerencia de personajes cercanos a Genaro García Luna en la estructura de este prestigiado y capacitado grupo de servidores públicos que pasaron mayoritariamente a su jubilación anticipada.
Como sabemos, la desaparición de la PF dio surgimiento mediante decreto presidencial, a la conformación de la Guardia Nacional, con tareas de vigilancia en todo el territorio nacional para coadyuvar en las tareas preventivas de seguridad pública y en donde se han dado lamentablemente las supuestas violaciones a derechos humanos que ya mencioné, donde la gota que derramó el vaso fue a detención en Nuevo Laredo Tamaulipas de cuatro soldados involucrados en la muerte de cinco jóvenes civiles el pasado 26 de marzo.
Como todos sabemos, el presidente de la república es el Comandante Supremo de las fuerzas armadas del país y como tal, apenas a escasas semanas de haber iniciado su periodo sexenal de gobierno y cancelado la continuación en la construcción del AICM, encomendó a la Secretaría de la Defensa Nacional el diseño y la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Fue tal el empeño y la dedicación de los mandos e los ingenieros militares en ese proyecto, que el presidente quedó complacido con los resultados en el tiempo de construcción y en la forma inequívoca del cumplimiento de la orden presidencial. Solamente así, trabajando a marchas forzadas, durante las veinticuatro horas del día, pudo ser inaugurado el AIFA, conforme al compromiso presidencial, el pasado 21 de marzo.
Ante ese exitoso resultado el presidente ha venido encomendando tareas y responsabilidades a los distintos cuerpos de las fuerzas armadas de nuestro país. Después del AIFA, la construcción de otro de los proyectos presidenciales, el tren maya, la construcción del puerto aéreo de Tulúm, la presencia de la guardia nacional en tareas de vigilancia en el Metro de la CDMX y recientemente, hasta en tareas de arqueología y de movimientos de restos arqueológicos encontrados en la construcción del tren maya, entre muchas otras.
Los militares mexicanos están comprometidos en la defensa de la soberanía nacional y por ello han participado en las tareas de combate al narcotráfico que persé, es una amenaza la seguridad nacional, desde hace mucho tiempo. Desde la administración del presidente Felipe Calderón han participado activamente en apoyo de las fuerzas civiles de los tres niveles de gobierno para mejorar la seguridad pública de los mexicanos, sin embargo, la molestia de cuadros, mandos y de tropas por estar distraídos en tareas de gobierno es evidente.
Lo expresan en corto, lo manifiestan porque su lealtad al comandante máximo es total y seguramente ellos no han pedido contribuir de manera tan importante en el desarrollo de los compromisos presidenciales, sin embargo, por su naturaleza, tampoco habrán de negarse a acatar una instrucción de su comandante y en ello los riesgos de futuro para ellos y para la democracia mexicana, están hoy a la vista con las primeras manifestaciones públicas por llevarles a tal extremo.
Por Alfredo Martínez