El partido revolucionario institucional se encuentra el año 2022 en una de las mayores encrucijadas de su vida como institución política. Las elecciones estatales del próximo mes de junio lo hacen seguro perdedor en las 6 entidades que estarán en disputa y donde únicamente el partido Acción Nacional parece en las encuestas, ser competitivo frente al partido en el poder presidencial.
Las elecciones del 2000 en donde por primera ocasión el PRI fue derrotado, no parecen tan desastrosa al lado de lo que se augura este año. Tampoco está cerca de la elección presidencial del 2006 en términos reales, lo que en este verano se disputará en las urnas y ante las paulatinas derrotas en elecciones estatales que hasta ese año, el 2006, el PRI había sufrido frente al PAN y al PRD.
Durante esos años, debemos recordar, el PRI conservaba la enorme mayoría de los estados y sus congresos locales, a excepción de Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro, Yucatán, Baja California Norte y la Ciudad de México que eran, en aquel entonces, las entidades con alternancia política en donde el revolucionario institucional había perdido varias elecciones al hilo.
Para el año 2012 con el inobjetable triunfo de Enrique Peña Nieto, el PRI ganó nuevamente una elección presidencial frente a un dividido PAN que no pudo ni supo mantener el poder nacional, ante el abandono de los militantes de la vieja guardia que vieron cómo el poder y las disputas internas, fueron minando el respaldo electoral de los simpatizantes albiazules.
Sin embargo, diversos acontecimientos políticos y sociales de todos conocidos en 2014 minaron nuevamente la confianza ciudadana en el viejo partido tricolor en los comicios estatales de 2015. Antes de la elección de junio de ese año, el partido hegemónico del siglo XX mexicano gobernaba 20 de los 32 estados. Ese 6 de junio, uno de los más carismáticos y reconocido liderazgo al interior del PRI, Manlio Fabio Beltrones, sufrió la hasta entonces, mayor derrota electoral en elecciones locales al perder 5 estados que siempre habían sido gobernados por ese partido.
El incremento de la participación ciudadana en las urnas y las decisiones centrales tomadas desde el centro, generaron un descalabro inesperado por la dirigencia nacional en los Estados de Quintana Roo, Chihuahua, Tamaulipas, Durango y Veracruz.
Ante ello y sin dudarlo, Beltrones presentó su dimisión a poco más de un año al frente de la diligencia.
Este año el PRI habrá de entregar el poder local en los Estados de Oaxaca e Hidalgo y con ello únicamente quedarán dos entidades federativas por tener procesos de renovación durante el sexenio del presidente López Obrador, Estado de México y Coahuila en 2023.
El presidente del CEN del PRI, Alejandro Moreno parece no darse cuenta que por menos de las elecciones perdidas bajo su aparente liderazgo, un reconocido político de talla nacional dejó su lugar. Alito ha perdido 8 de los 14 estados donde un priista gobernaba cuando asumió el cargo y va a entregar en unas semanas, dos más, lo que lo perfilaría como el peor presidente nacional de ese partido político.
Hacia el horizonte electoral de 2023, si las autoridades electorales y las negociaciones no indican algo diferente, bajo el esquema de la Alianza por México, al PRI y al PAN les corresponde fijar a cada uno, el candidato en los Estados de México y Coahuila. Por lo que el PRI llegaría con sólo un candidato puro y con otro de Alianza. Y dependiendo del resultado del próximo año, hacia 2024 podría ser que sólo haya un gobernador priista en todo el país.
Así que este es el año que está el tricolor en peligro porque no hay liderazgos ni militancia que exijan el cambio de la diligencia nacional y sí, en cambio, en riesgo inminente de ser reducido a su máximo histórico y sentenciado a una probable pérdida del registro como partido electoral.
Por esa razón, la definición de la, o el candidato del PRI es definitiva para mantener a la militancia interesada en sumarse al proyecto mexiquense en 2023 y sumar a los cuadros y militantes que hagan posible en la Alianza por México la participación en las urnas y garantizar que el Estado de México siga siendo el pilar fundamental de un priismo nacional que está ahí, existiendo, pero olvidado y desmotivado por su propia diligencia nacional y las malas decisiones con pésimos resultados.
Alfredo Martínez