Serafín Aguilera, subsecretario de Educación Básica parece estar más preocupado por organizar manifestaciones que por atender los problemas educativos
Hay que prestar mucha atención a lo que está sucediendo al interior de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTI) del gobierno de la maestra Delfina, pues mientras su titular, el profesor Miguel Ángel Hernández Espejel visita escuelas de todos los niveles y encabeza reuniones en todo el territorio estatal, hay un subsecretario que se está extralimitando en sus funciones y que le puede generar más broncas que soluciones a la maestra Delfina.
Estamos hablando de Serafín Aguilera, subsecretario de Educación Básica. Sí, una más del mismo funcionario que hace algunas semanas retaba al gobierno del que forma parte y el mismo que les pidió a los maestros acudir a sus labores “bien dormidos, bien comidos y bien cogidos” (disculpen el léxico, pero así lo dijo).
Resulta que, haciendo equipo con el diputado morenista y exlíder sindical, Abraham Saroné Campos, el subsecretario ahora se da tiempo para organizar manifestaciones, suspendiendo clases y cerrando calles en la de por sí ya caótica ciudad de Toluca. Dicha marcha tuvo lugar la mañana de este jueves 16 de noviembre de 2023 y contó con la participación de no más de 150 personas, entre profesores y al parecer, estudiantes de preparatoria. Al respecto, hay varios puntos a considerar.
Sería bueno preguntarle al subsecretario si ya terminó de atender la infinita lista de problemas que se tienen pendientes en materia educativa, a saber: actualización docente, nombramiento de maestros hasta tener plantas docentes completas, servicios de drenaje, agua, luz y conectividad en todas las escuelas, y un largo etcétera. De ser así, estamos ante un funcionario altamente eficiente que en un mes y medio de gestión ya resolvió los problemas educativos y se da tiempo para organizar marchas de protesta y lanzar bravatas y amenazas públicas en video reuniones en contra del sindicato magisterial y hasta del mismo gobierno.
Como se mencionó anteriormente, el grupo de maestros (que no era muy numeroso) se vio fortalecido con un grupo de jóvenes, al parecer de bachillerato o secundaria. El acarreo de jóvenes estudiantes (muy probablemente menores de edad) a un acto de esta naturaleza no debe ser tolerado, debe investigarse y sancionar al o los responsables
Mención aparte merece la lista de quienes encabezaron la marcha que inició en el monumento al maestro, se detuvo largas horas en Rayón, frente a las oficinas del SMSEM y luego procedió a trasladarse a Palacio de Gobierno: Joel Galaviz, quien ha formado parte de la dirigencia del SMSEM en más de una ocasión; el maestro jubilado Guillermo Tovar y el docente en servicio Iván Hurtado, pero lo que realmente llama la atención es el nombre de Marlene Aguilar Alvirde ¿le suena el apellido? Efectivamente, la hija del flamante subsecretario de Educación Básica.
¿Tendrán conocimiento el titular de la SECTI y la gobernadora Delfina Gómez de que el subsecretario Serafín está enviando a su hija a encabezar marchas en contra del sindicato? ¿Aguilera Valencia se pasa por el arco del triunfo la autonomía sindical? ¿No ha entendido cuáles son las funciones de un subsecretario de Educación Básica? ¿No se da cuenta de que ya pasaron sus años de buscar un lugar en la dirigencia del SMSEM y ahora es responsable de miles de escuelas del nivel básico en la entidad? Parece que nadie le ha dicho que, por el bien de la educación, está en ese puesto para ayudar a la maestra, para resolver problemas, no para apedrearle el tejado.
De cara a la renovación de su dirigencia, en el sindicato más importante del estado se está empezando a fraguar una efervescencia pocas veces vista, lo malo es que son agentes externos los que quieren intervenir en esta organización sindical. Ojalá que desde la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación tomen cartas en el asunto, separando lo oficial de lo sindical; que todos trabajen y dejen de grillar, por el bien de la educación y de todo el Estado de México.
Por Eulises Cano