Antonio Espinoza
Jos� Clemente Orozco pint� varias veces a Hern�n Cort�s. En el ciclo de murales que el maestro expresionista realiz� en el Hospicio Caba�as, de Guadalajara, y que concluy� en 1939, la figura del guerrero extreme�o se impone con toda su fuerza. En su conjunto, la obra mural establece una cr�tica del saber cient�fico y la tecnolog�a b�lica moderna que est�n al servicio del poder. La imagen m�s poderosa es aquella en la que Cort�s aparece como un robot gigante, dentro de un paisaje apocal�ptico de cad�veres y ruinas, portando una espada descomunal. Otro personaje es un �ngel �que tambi�n es un robot- que irrumpe del cielo, coloca su cara frente a la del Cort�s robotizado y parece darle ordenes, en una imagen que me recuerda las pinturas barrocas que ilustran el episodio b�blico de Abraham e Isaac. Estamos ante la presencia de una m�quina b�lica capaz de arrasar pueblos enteros.
Traigo a cuento la obra mural de Jos� Clemente Orozco, porque a 500 a�os de la �conquista� de M�xico, nuevamente la figura de Hern�n Cort�s ha vuelto a ser objeto de debate. Entre los numerosos autores que han publicado art�culos, ensayos y libros, para conmemorar los cinco siglos de tan trascendental hecho hist�rico, hay quienes han puesto en duda el papel protag�nico de Cort�s en la gesta, cuestionando su versi�n de los hechos en las Cartas de Relaci�n y hasta su genio militar. De hecho, estamos ante un proceso de revisi�n hist�rica que nos ha permitido desechar muchos de los mitos sobre la �conquista� y sobre el significado que tuvo en nuestra historia. [1] Hoy sabemos que en la ca�da de Tenochtitlan el papel desempe�ado por los indios enemigos de los mexicas tuvo m�s importancia de lo que se pensaba: fue una guerra mayoritariamente de indios contra indios. Sabemos tambi�n que Motecuhzoma no fue el tlatoani cobarde que se neg� a enfrentar a los extranjeros porque se sab�a derrotado de antemano y que Marina, la amante y lengua de Cort�s, fue un personaje tan relevante como que era el puente de comunicaci�n entre los espa�oles y los indios.
En este proceso de revisi�n hist�rica, la figura de Hern�n Cort�s se ha visto disminuida. Ya sabemos que durante
siglos se ha discutido la figura de Cort�s, polarizando posturas entre quienes lo han visto como un h�roe y quienes lo han visto como un villano. Hoy tanto los elogios desmedidos como las condenas acerbas al extreme�o han quedado fuera de lugar. Hay hechos, sin embargo, que no pueden negarse, como que fue un hombre de esp�ritu tan medieval como renacentista, �vido de poder, fama y riqueza, que tras romper con el gobernador de Cuba y convertir la expedici�n exploradora que se le hab�a asignado en una empresa personal de conquista, busc� darle un cariz legal fundando en 1519 la Villa Rica de la Vera Cruz, creando un cabildo con alcaldes y regidores, quienes a su vez le nombraron Capit�n General y Justicia Mayor, en un acto que el historiador Jos� Fuentes Mares (uno de los grandes apologistas de Cort�s) llam� el �primer Golpe de Estado en nuestra historia�. [2] De ah� en adelante, todos los actos de Cort�s se justificaron legalmente, incluyendo el asalto final contra Tenochtitlan, pues los mexicas asumieron una actitud de rebeld�a despu�s de que, seg�n Cort�s, Motecuhzoma le entregara su reino.
Otro tema pol�mico es el del mando militar de Hern�n Cort�s, que no se refiere tanto a las batallas que tuvieron los espa�oles con los tlaxcaltecas �antes de que �stos se convirtieran en sus aliados- ni a las matanzas de Cholula y el Templo Mayor, sino al episodio final: la toma de Tenochtitlan. Fue una guerra terrestre y naval que dur� tres meses y que fue mayoritariamente de indios contra indios (por un lado, los mexicas y los tlatelolcas y, por el otro, los espa�oles y sus aliados tlaxcaltecas, chalcas, cempoaltecas, huexotzincas, otom�es, texcocanos y totonacas). Lo que los historiadores sostuvieron durante mucho tiempo fue que la ca�da de Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521, fue consecuencia del firme liderazgo de Cort�s, quien siempre mantuvo la capitan�a general y supo muy bien organizar la ayuda ind�gena, planear las estrategias y dirigir las acciones militares. Hoy tenemos que matizar estos juicios, asumiendo que aquella brutal y sangrienta batalla bien pudo haber sido m�s compleja.
De acuerdo con Bernal D�az del Castillo, el soldado-cronista que fue testigo de los hechos, Hern�n Cort�s dividi� a su ej�rcito en tres partes, con Pedro de Alvarado, Crist�bal de Olid y Gonzalo de Sandoval como capitanes, para atacar Tenochtitlan desde diferentes puntos, por tierra y agua. [3] En su espl�ndida biograf�a de Cort�s, el historiador Jos� Luis Mart�nez afirma que la ca�da de Tenochtitlan hubiera sido imposible sin la fuerza ind�gena, �y por supuesto sin la conducci�n de Cort�s y el arrojo decidido de sus capitanes y soldados�.[4] S�, tanto que el episodio final de la batalla lo consumaron los espa�oles, cuando Garc�a Holgu�n alcanz� con su bergant�n a la canoa en la que hu�a Cuauht�moc, para apresarlo y llevarlo ante Cort�s. Pero igualmente cierto es que en otros puntos de combate en la sitiada Tenochtitlan, donde las batallas se libraban entre indios, a la mesoamericana, la inteligencia militar y las estrategias eran totalmente de los guerreros enemigos. Eso s�: el detonador de la gran alianza indio-espa�ola que arras� Tenochtitlan no fue otro que Cort�s, quien utiliz� a los indios a su favor, como ellos lo utilizaron a �l, con el objetivo en com�n de destruir el poder mexica.
En cuanto a las Cartas de Relaci�n, escritas por Cort�s entre 1519 y 1526, para justificar su rebeld�a contra el gobernador de Cuba y legitimar su actuaci�n ante el emperador, no se puede m�s que aceptar su car�cter en gran medida ficticio. Su versi�n de que Motecuhzoma le entreg� el reino mexica el 8 de noviembre de 1519, [5] no se sostiene, pero a partir de esa falsedad construy� un discurso heroico personal que trascendi� su tiempo. Las Cartas de Relaci�n, a un tiempo documentos pol�ticos y alegatos jur�dicos, lo pintan como un gran fabulador que invent� la idea de la �conquista� de M�xico. Hombre de luces y sombras, Cort�s fue el fundador de la naci�n mexicana, el que sembr� la semilla de lo que somos. 1521 fue el inicio de un proceso hist�rico lento y doloroso que desemboc� en el nacimiento de un pa�s marcado por la desigualdad, la discriminaci�n, el machismo, el racismo y la pobreza, problemas ancestrales que no hemos podido resolver. Quiz� el fracaso hist�rico de M�xico sea consecuencia de que su origen estuvo basado en una gran mentira.
[1]�� Pienso sobre todo en tres libros: �Qui�n conquist� M�xico? (M�xico, Editorial Debate, 2019), de Federico Navarrete; Cuando Moctezuma conoci� a Cort�s (Madrid, Editorial Taurus, 2019), de Mattheu Restall; y La batalla por Tenochtitlan (M�xico, Fondo de Cultura Econ�mica, 2021), de Pedro Salmer�n Sangin�s.
[2]�� Jos� Fuentes Mares, Biograf�a de una naci�n. De Cort�s a L�pez Portillo, M�xico, Editorial Oc�ano, 1982, p. 17.
[3]�� Bernal D�az del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa�a, M�xico, Editorial Porr�a, 1980, pp. 331-346 (cap�tulos CL y CLI).
[4]�� Jos� Luis Mart�nez, Hern�n Cort�s, M�xico, Universidad Nacional Aut�noma de M�xico/Fondo de Cultura Econ�mica, 1990, p. 332.
[5] ��Hern�n Cort�s, Cartas de Relaci�n, M�xico, Editorial Porr�a, 1983, p. 52.
��� BRAVOOOOOOOOOoooo & Felicitaciones !!!