Automovilistas y motociclistas son los que ponen el desorden en calles que a raíz de la renovación del centro histórico, quedaron confinadas solo para peatones como es el caso de Enseñanza Técnica y Vicente Guerrero, vialidades que a pesar de que no son para el paso de vehículos, taxistas, autos particulares y motos ingresan.
En la entrada a estas calles se colocaron barras de plástico para impedir el paso a automotores sin embargo los propios manejadores bajan de sus vehículos para abrir el paso y entrar poniendo en riesgo la integridad de las decenas de personas que a diario circulan en el centro histórico del municipio.

En el transcurso del día patrullas vigilan el lugar, los oficiales de tránsito dijeron que la gente no respeta y pasan por donde está prohibido, sobre todo en estos espacios que son exclusivos para peatones y lo que hacen los patrulleros es infraccionar a quienes son sorprendidos pasando por las calles donde de igual modo, dijeron que está prohibido estacionar motocicletas.
Recientemente ya se presentó el caso de una persona atropellada en la calle Enseñanza Técnica y a pesar de esto, las autoridades de tránsito no han puesto freno total al paso vehicular en una zona donde todos los días del año, a toda hora pasan personas para hacer actividades diversas en las calles del primer cuadro del municipio.
Habitantes del centro histórico y comerciantes dijeron que es urgente que las autoridades coloquen cercos definitivos en las entradas de Vicente Guerreo y Enseñanza Técnica, de igual forma que las sanciones a los infractores sean más drásticas ya que estas personas que ponen el desorden en el centro de Chalco no están tomando en cuenta la integridad de las personas que confiadas caminan por las calles donde suponen no hay tránsito de vehículos.

Las personas normalmente circulan para ir al mercado, a la parroquia, a tiendas comerciales, panaderías y demás sitios cruzando las calles donde antes era el caos por el paso de vehículos, hoy está prohibida la circulación de los autos, pero no se respeta la restricción.
Gregorio Manríquez