El pr�cer de Texcoco,� Higinio Mart�nez, dio otra vez de que hablar -o re�r, seg�n se mire- con su discurso de apertura de pre pre pre campa�a por la gubernatura mexiquense.��
Dos a�os le faltan a la carrera proselitista, pero se ve que poco se le hacen al ex alcalde, por eso se arranca de una vez, de su ronco pecho, con peroratas incendiarias contra las calumnias, amenazas� y ataques que nadie le ha dirigido, pero por si las dudas, se adelanta.�
Sabe que no va a estar tan f�cil conseguirse la candidatura y aplica la de madrugar en busca de ayuda divina.�
Todo le sale bien, los paleros muy aplaudidores, la mirada perdida en lontananza, las frases domingueras y de verlo en esas trazas uno hasta le puede creer que es la�puritita�verdad, pero no.�
La realidad se asoma en su propio discurso, as� como de resbal�n, cuando se�ala que si la enfermedad se lo impide, ah� est�n Delfina G�mez y Horacio Duarte, tambi�n dignos hijos de Texcoco, para salir al quite, como no.�
Seguramente ya le mandaron decir que no se ande con tantas confianzas en los destapes, porque la competencia interna en Morena dista de estar definida.�
Sus �jefes� no est�n tan convencidos de que� las medallas del ex alcalde alcancen para impulsarlo en tierras mexiquenses, donde parec�a que el PRI estaba muerto, pero le dio un buen sustito a los�morenistas�en los comicios de este a�o, donde perdieron hasta la capital, que sent�an tan segura con Juan Rodolfo S�nchez G�mez, a quien, por cierto, Mart�nez Miranda le levant� la mano, por encima de su propia gente.�
Ese junto con varios otros desatinos a la hora de repartir candidaturas le reclaman en su partido, donde la refriega a�n no cede y amenaza con no dejar t�tere con cabeza.�
Los resultados electorales, que todav�a est�n terminando de definirse en tribunales, pero en ning�n caso en favor de Morena, son la prueba fehaciente de la �nica cosa� que podemos tomarle en serio al discurso� del senador: la decisi�n depende de millones de mexiquenses.�
Para empezar, le toca buscar el apoyo de sus correligionarios, que son muchos menos, para luego tratar de convencer al monstruo de 7 cabezas, el electorado mexiquense, nada menos que el m�s grande del pa�s. Ah� es donde puede terminar destruido el sue�o del gran l�der texcocano.�
De todos modos, Juan te llamas: Las lluvias siguen dejando al descubierto las carencias de los municipios, en especial en el Valle de M�xico, donde gobiernos como el de Ecatepec, Naucalpan o Tlalnepantla se han visto rebasados.�
Vaya despedida de los alcaldes perdedores, los ciudadanos estar�n pensando en lo bueno de que esas administraciones terminen. L�stima por los que se decidieron por dar apoyo a la reelecci�n.�