La asunción de Delfina Gómez como precandidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, el pasado sábado en Toluca, sorprendió a propios y extraños, no precisamente por su innovación, caras o discursos nuevos, sino porque se esperaba mucho más de quien presume que sabrá gobernar muy bien, pero exhibió muy malas prácticas de la política que dice combatir.
Los mismos rostros de los eternos perdedores, morenistas reciclados de primera separados con vallas metálicas con los acarreados tratados como de segunda, que arribaron en decenas de camiones y se estacionaron en las principales vialidades, ocasionando un severo caos a la capital mexiquense y mostrando su desprecio a los toluqueños a los que solo les dejaron las mismas frases de la “mañanera” junto con toneladas de basura.
Y todo para un evento desangelado, aderezado con discursos de odio, de esos que desgarran el tejido social y que sólo motivan la violencia, de los que hacen que unos y otros se vean con desconfianza, incluso, como los culpables de todos los males que les aquejan.
El “chairo acarreo” de este fin de semana mostró que Morena no tiene nada nuevo qué ofrecer al exigente electorado mexiquense, del que se dice, es el más politizado del país. Su soberbia -porque cree que el electorado no tiene memoria de sus malos gobiernos y aún así, se la va a jugar con ellos- parece ser el eje de su estrategia de campaña, cuando deberían pedir perdón por el cúmulo de yerros en tan pocos años de existencia.
Y qué decir de Delfina, quien sin el menor recato de haber sido sancionada al ser descubierta de cobrar “moches” al personal del ayuntamiento de Texcoco cuando fue alcaldesa, ahora se placeó por una Toluca casi sin toluqueños, pues su auditorio vino de otras regiones a cambio de mantenerse o intentar ingresar a los programas sociales del gobierno federal, según se dijo.
Por cierto, la texcocana es precandidata única a contender por su partido a la gubernatura, pues nadie ha querido contradecir las decisiones de su jefe máximo que hoy vive y despacha en Palacio Nacional, cuyo dedo flamígero tiene a su cargo la difícil determinación de seleccionar candidatos, en su mayoría convertidos, pues son nativos de otras organizaciones políticas.
Este hecho es suficiente para que los integrantes de la coalición “Va por México”, que ya se registró por el PRI, PAN, PRD y NA ante el órgano electoral estatal, vean que el verdadero contendiente de Morena en el Estado de México no es Delfina ni Morena, sino que el gobierno federal puede meter “mano negra” para desequilibrar la balanza.
“Va por México” postulará a Alejandra del Moral Vela como su candidata, respaldada por un priismo estratégico y disciplinado, que no sabe lo que es perder una elección de gobernador y que está dispuesto a dar la batalla hasta el último respiro para retener su principal bastión en el país.
ANTÍTESIS: El Partido Verde en el Estado de México se apersonó con Morena, en el último momento, para levantarle la mano a Delfina Gómez como su candidata. Esperó casi hasta lo último hasta estar seguro de que no hubiera una mejor oferta para su membresía, pues es el instituto político que sabe “vender caro su amor” con la mayoría de las posiciones políticas que pueda sangrar a sus aliados. La realidad es que el Verde representa cada vez menos votos en el Estado de México, pero en una competencia cerrada puede hacer la diferencia. Veremos.