Al ex alcalde morenista de Toluca, Juan Rodolfo Sánchez Gómez nadie lo quiere, ni siquiera en Morena, menos su precandidata a la gubernatura mexiquense, Delfina Gómez, quien el pasado fin de semana lo despreció, dejándolo en espera en un evento en Ixtlahuaca, donde rechazó recibirlo.
Y es que sobre el ex presidente municipal pesan sendas acusaciones de corrupción que por más que el Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM) intenta solapar, al menos tiene una carpeta de investigación en su contra por cuatro denuncias relacionadas por no haber pagado un crédito quirografario.
Sánchez Gómez busca un cargo de elección que le permita tener fuero y otros privilegios, pero en Morena ya no lo recibe nadie, ni le contestan el teléfono, como Delfina que considera que su cercanía se constituye en un riesgo para sus aspiraciones de gobernar la entidad más poblada del país.
Sin embargo, a la precandidata de Morena se le olvida que también tiene cola que le pisen, pues en Texcoco, donde fue presidenta municipal, fue acusada y sancionada por haberle quitado el 10 por ciento a los trabajadores del ayuntamiento durante su mandato para hacer un “cochinito” que le permitiera sufragar sus campañas.
Aún así, la texcocana decidió tomar distancia del ex alcalde de Toluca, quien es visto en la capital mexiquense como el icono de la corrupción de Morena y el sello de que ese partido no sabe gobernar.
Juan Rodolfo se quedó solo y hoy ni siquiera su padrino en Regeneración Nacional, el senador Higinio Martínez, lo puede proteger, por haber quedado fuera de la jugada morenista, así como tampoco su entrañable amigo, el priista Ernesto Nemer, quien desde hace varios meses quedó fuera del gabinete del Estado de México.
Pese a los intentos por “lavarse la cara”, tratándose de sacudir de lo peor de sí mismo, Morena no prende. La precandidatura de Delfina se reduce a algunos encuentros con algunos simpatizantes en distintas regiones, con el discurso de siempre: echando la culpa de los problemas a otros.
En los eventos donde hay auditorios más grandes, como ayer en Metepec, la texcocana no alcanzó a llenar el Teatro Quimera, según se reportó en algunas publicaciones de redes sociales, donde lo más sobresaliente fue el uso de lujosas camionetas con valor de 6 millones de pesos por parte de la precandidata que se dice “austera”.
Parece que no es suficiente declararse súbdito del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien realmente estaría moviendo los hilos de las aspiraciones de Delfina, quizá porque el electorado mexiquense ya se dio cuenta que con Morena les irá mucho peor, como ya se demostró cuando mal gobernaron algunas alcaldías.
En contraparte, la precampaña de la candidata de la coalición Va por el Estado de México, Alejandra del Moral Vela va creciendo, quizá por la fuerza de sus partidos, quizá por el hartazgo ciudadano a los gobiernos de Morena, pero el caso es que ya está en la jugada y su disposición a ganar va en serio.
ANTÍTESIS: Y como otra muestra de que los eventos de Delfina Gómez están muy lejos de lo que se esperaba, este fin de semana fue abucheado en uno de sus eventos el ex alcalde de Atlacomulco, Roberto Téllez Monroy. Apenas fue anunciado en el templete donde acompañó a la precandidata cuando los simpatizantes comenzaron a gritarle “traidor”, “vendido”, por lo que tuvo que acortar su discurso. Téllez Monroy construyó en ese municipio una estatua de Andrés Manuel López Obrador que, meses después, fue derribada.