En México poco se habla del futuro que les espera a los jóvenes, niñas y niños. Pareciera que fuera irrelevante, o que peor aun, no solo incierto sino destinado a la nada.
Cuando hablo del futuro para una niña o niño o un adolescente, me refiero concretamente al escenario que le espera para los próximos años.
¿Podrán estudiar lo que les gusta?, ¿Tendrán la posibilidad de practicar y destacar en el deporte que les apasiona?, ¿Podrán aprender a tocar un instrumento?, ¿Tendrán la oportunidad de realizar sus sueños? Es más, ¿Podrán siquiera pensar en un sueño de su vida?
Entiendo que el futuro es algo incierto, más bajo una pandemia como la de COVID-19 que si algo nos ha enseñado, es que el día de hoy estamos, pero quien sabe si mañana estaremos.
No obstante, me parece importante que en un país cuyas bases estructurales es su pueblo, con una constitución liberal, que protege primordialmente los derechos de las personas, no puede dejarse de lado, preguntarnos si al menos en la constitución se encuentra protegido de aluna forma la posibilidad de que las niñas, niños y adolescentes tengan un futuro digno.
Antes de seguir, primero me parece importante que se deje una idea inicial, ¿Qué es un futuro digno?
La dignidad es en realidad la base de los Derechos Humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos hace una precisión importante, pues señala que todas las personas son libres e iguales respecto a lo derechos; por tanto, la dignidad es el derecho que tiene todo ser humano a ver individualmente valorado, así como su importancia social, esto bajo la básica igualdad respecto a los demás, donde se le respeten sus condiciones, gustos, características, valores, ideas y pensamientos particulares, esto solo por el simple hecho de ser persona.
Por tanto, la dignidad también debe ser entendida como la posibilidad que debe tener toda persona de poder desarrollarse y por tanto como lo ha señalado la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la materialización de un “plan de vida” que la persona elige libremente, donde puede disponer de la educación que más le guste, las actividades científicas o tecnológicas, las actividades culturales o recreativas, y todo aquello que le permita a la persona ser feliz.
Así que, el futuro digno para una niña o niño y adolescentes, es aquella posibilidad de que tenga acceso a la educación, la recreación, la cultura, el deporte, y todas aquellas condiciones que le permitan alcanzar la felicidad.
Como ya lo he dicho en otras ocasiones, el derecho a la felicidad esta protegido por nuestra constitución, por tal razón el futuro digno también, esta garantizado constitucionalmente.
Lo cierto es que la mayoría de las niñas, niños y adolescentes de México, más que un futuro digno, tienen un futuro incierto.
Pocos realmente son los que tienen acceso a la educación digna gratuita, esta pandemia además ha dejado una radiografía clara de la desigualdad que impera en nuestro país, estudiantes que no tienen acceso a internet y qué digamos a una computadora.
Cada vez es menos frecuente ver a un niño o adolescente practicar deporte. Esto no es culpa de ellos, es la ausencia total de una cultura del deporte y que prácticamente es una cultura de bienestar.
La cultura es exclusiva de un grupo reducido de la población, casi ningún niño puede adentrarse al mundo de la música, de las artes, del teatro o del canto, y no es falta de talento, es falta de acciones estatales que permitan su acceso y disfrute.
Soy un convencido que la felicidad se alcanza mediante la libertad de las personas a realizarse de forma integra, en sus emociones, en su estado físico e intelectual, esto, a través de las artes, la cultura, el deporte y la recreación. En esto el Estado debe cumplir una labor fundamental, proporcionar los medios para ello, así que me niego a pensar que las niñas, niños y adolescentes estén condenados a un futuro incierto, a un futuro que no les permita alcanzar la felicidad.
¡Las niñas, niños y adolescentes de México tienen derecho a un futuro digno!
Dr. Octavio Martínez Camacho
Abogado Penalista Socio del Despacho HMSC.