En d�as recientes con motivo de mi trabajo he tenido la oportunidad de defender diversos casos criminales. Desde ser abogado o asesor jur�dico de diversas v�ctimas, hasta defender a personas imputadas o acusadas de cometer alg�n delito.
Por esta raz�n, adem�s de los tr�mites en su mayor�a escritos y audiencias orales que por esta contingencia debido al COVID19 han disminuido, mi trabajo me ha permitido tambi�n charlas con alguno de estos jueces o magistrados que tienen en sus manos estos casos.
Acud� por ejemplo hace un par de d�as, ante un magistrado de un Tribunal Colegiado de Circuito a exponer de formal verbal algunas consideraciones que desde mi punto de vista resultan trascendentales para entender el problema jur�dico que deber� resolver finalmente.
De igual manera, particip� en diversas audiencias orales que tienen caracter�sticas muy particulares; son presenciales que cabe se�alar tambi�n de manera virtual, est�n por lo tanto los intervinientes en continuo contacto directo con las partes de ese litigio y el juez, por tal raz�n, cada interviniente tiene la oportunidad de plantear de forma directa y verbal sus posicionamientos, argumentos, peticiones y dem�s cuestiones que considere pertinentes, y la contra parte por decirlo de forma sencilla tambi�n tiene la oportunidad de refutar o contradecir las mismas, y finalmente el juez que escuch� y atendi� este debate resuelve en ese mismo momento dando sus consideraciones sobre las cuales sustenta precisamente su decisi�n del caso que le fue planteado.
Tambi�n reci�n nos fue notificado una resoluci�n por parte de un magistrado por la cual resolvi� una petici�n que le fue planteada de forma concreta, y esto fue por escrito.
As� que jueces o magistrados, de forma oral o por escrito resuelven a diario los planteamientos que las personas les presentan. Sean civiles, constitucionales, familiares o penales, al final constituyen problemas que entra�an aparentemente leyes o la aplicaci�n de estas.
Estoy convencido que m�s que solo aplicaci�n de leyes, la funci�n de los jueces hoy en d�a es de darle vida a uno de los anhelos m�s importantes de la sociedad: la justicia.
Detr�s de cada resoluci�n o decisi�n judicial hay un elemento indiscutiblemente esencial, que en cada una de esas determinaciones de los jueces se garantice la vigencia de la Constituci�n, pero no vista como ley m�s, sino como el c�mulo de principios, sue�os, clarores y exigencias de un pueblo.Precisamente aqu�, es donde yace el poder m�s grande de los jueces, traducir a la realidad estos que han sido las grandes peticiones hist�ricas del pueblo de M�xico.
Podr�n estas decisiones gustar o no, podr�n ser desfavorables para alguna de las partes, pero lo que no pueden es determinaciones sin el m�nimo sentido de justicia.Una decisi�n justa equivale a que no se le despoje a una persona de sus propiedades, que una persona inocente no este en prisi�n, que un delito no quede impune, acercar la verdad a las v�ctimas o suspender a aplicaci�n de una norma general por preservar intereses leg�timos.Pero este poder de los jueces deja de tener vigencia cuando solo act�an como meros �aplicadores� de leyes, cuando no buscan el sentido m�s justo al tomar una decisi�n, cuando son temerosos ante el poder pol�tico, cuando finalmente dejan de representar el sentido constitucional de la justicia, de la justicia con sentido humano.
Dr. Octavio Mart�nez Camacho
Abogado Penalista Socio del Despacho HMSC.