Podemos decir que como sociedad nos encontramos en continuos y diarios cambios, con una cada vez mayor influencia de las tecnolog�as de la comunicaci�n.
Eso ha permitido que el mundo pr�cticamente este conectado, y en cuesti�n de segundos podamos saber lo que sucede en el norte o sur del pa�s y del propio continente.
Las tecnolog�as han propiciado un intercambio de ideas, de lenguaje, de posturas culturales y pol�ticas. Sin duda, han propiciado un intercambio cultural que no pod�amos visualizar en el siglo XX.
Esto ha provocado una nueva sociedad, mucho m�s consiente de su espacio y tiempo, que accede a informaci�n con tan solo encender su tel�fono m�vil.
Sin embargo, no obstante esta globalizaci�n, pareciera que lo relativo al desarrollo de la idea de legalidad desde la sociedad poco ha avanzado.
Este intercambio cultural no ha influido lo suficiente para hacer m�s efectiva la idea de la observancia de las leyes.
Me parece que poco o nada se ha aprovechado este �boom� de las comunicaciones para hacer de nuestras sociedades un espacio de discusi�n, an�lisis, observancia y escrutinio de nuestras leyes.
Creo que en la actualidad los portales legales solo son para consulta de abogados u operadores de los sistemas de justicia. De entre tanto el mundo de las leyes parece ser �paralelo� a nuestras vidas.
�Qu� tan dif�cil ser�a por ejemplo, el acceso a cualquier persona a un sistema o banco de leyes?
De entrada, en nuestro pa�s existe una amplia gama de cuerpos legislativos entre leyes, c�digos, reglamentos, etc., tanto federales, locales y municipales, lo que nos habla, en principio, de la complejidad normativa y �exceso normativo�.
Esto conforma una estructura normativa �compleja�, no s�lo por el n�mero de normas vigentes, sino tambi�n por el lenguaje con el que, com�nmente, se encuentran redactadas, algunas veces �confusas�, las normas, lo cual, en la mayor�a de los casos, hace necesario contar con los servicios de un abogado para su interpretaci�n.
Adem�s, las normas cada vez tienen menos �contraste social� o son �socialmente irrealizables�, por lo tanto, su aplicaci�n es nula dado su imposible cumplimiento, de ah� que representen meras declaraciones program�ticas o literarias de buenos deseos e intenciones, pues incumplen con los elementos esenciales, como son el que sean �conocidas� y que �puedan ser realizadas�.
Aunado a lo anterior, existen en M�xico normas que no se encuentran acordes a las propias caracter�sticas de la idiosincrasia del mexicano, de su territorio, de sus costumbres, cultura, educaci�n y,� por tanto, resultan �disfuncionales� en un sistema social como el nuestro. Por ello, es que un gran n�mero de ciudadanos no fundamenta ya su bienestar en el ordenamiento jur�dico, es decir, sienten �desconfianza� ante �ste.
De igual manera, muchos mexicanos se sienten cada vez� menos identificados con sus normas, pues en ellas �no ven reflejadas� sus �necesidades� e �intereses�,� y a�n por el contrario, perciben que la norma afecta ileg�timamente �stos, de ah� que no alcancen el �consenso de la poblaci�n�.
Por esta raz�n, resulta urgente la difusi�n de un modelo de cultura de legalidad con la visualizaci�n de los beneficios que el cumplir con una norma conlleva, adem�s de la necesaria participaci�n social en su configuraci�n.
La cultura de la legalidad parece ser un escenario que podr�a resolver problemas como el cambio clim�tico, el cuidado del medio ambiente, el alto �ndice de delitos y as� una mejor convivencia social.
Dr. Octavio Mart�nez Camacho
Abogado Penalista Socio del Despacho HMSC.