Martha Gonz�lez Aguilera�
Es evidente que los gobiernos no pueden resolver por s� solos las crisis en las que el Coronavirus nos est� hundiendo y que solo podr�n tomar algunas medidas paliativas. Quien espere o prometa que los gobernantes van a regalar dinero, miente, en esencia porque no hay por ning�n lado, pero adem�s porque no es esa la funci�n de los gobernantes.
Lo que s� es su responsabilidad es plantear estrategias adecuadas para que cada sector tenga la menor afectaci�n posible, coadyuvar para minimizar los impactos, apoyar a los desprotegidos y vigilar que no ocurran injusticias.
As� las cosas, hay mucho por hacer.
Por ejemplo, hay miles de personas que est�n perdiendo empleo y forma de vida pero son invisibles para las autoridades, porque no son integrantes de asociaci�n alguna, ni sindical, ni partidista, ni de ning�n otro tipo y, por supuesto, no est�n en los padrones de programas sociales ni en el radar de los gobiernos.
Ya que el alcalde Juan Rodolfo S�nchez G�mez est� tan activo y ocupado en ver por la econom�a de los ciudadanos que menos tienen, bien podr�a negociar con los due�os de las plazas de la Computaci�n y de la Mujer para que se arreglen con los locatarios en cuanto a las rentas y �stos, a su vez, no manden a sus trabajadores a vender a las calles as� nada m�s, con todo el riesgo que eso implica para ellos y para los dem�s.
Es completamente abusivo que estas personas, el �ltimo eslab�n de la cadena, sean los que terminen pagando los platos rotos ante la total falta de responsabilidad y solidaridad de empresarios mayores -los due�os de las plazas- y menores -los locatarios-. Ah� hay excesos de todo tipo, como la amenaza de quedarse con la mercanc�a que se qued� secuestrada al cierre de las plazas sin previo aviso.
As� pues, ah� est� un estupendo espacio de intervenci�n de la autoridad municipal que servir�a para ayudar a gente que realmente lo necesita.
Deslices ling��sticos
Ayer el presidente Andr�s Manuel L�pez Obrador volvi� a tener uno de estos deslices ling��sticos que sol�an parecerles muy simp�ticos a muchos y �ltimamente empiezan a salirle caros.
Y es que en su necesidad de culpar de todo a los �conservadores�, dijo que la crisis del coronavirus �nos vino como anillo al dedo para afianzar la transformaci�n�.
Pretend�a insistir en que nada ni nadie lo har� moverse de las decisiones que toma -est� visto que ni la raz�n lisa y llana- pero lo atac� un exceso de vehemencia, de esos que se le han vuelto cr�nicos y lo expres� de la peor manera.
Como era de esperarse, cr�ticas, se�alamientos, menes y dem�s le cayeron en avalancha.
Hoy, seguramente, nos tachar� de nuevo de �conservadores�, un costal en el que pone a todo aquel que no concuerde con �l y que cada d�a es m�s grande.
Lo cierto es que el presidente empieza a no pensar con claridad antes de hablar.