Hace unos d�as la Corte Suprema de Estados Unidos de Am�rica (EUA) emiti� una resoluci�n en la que deja sin efectos la sentencia aprobada en 1973 por 7 votos a favor por 2 en contra sobre el caso �Roe vs. Wade� que permiti� desde entonces a las mujeres norteamericanas decidir sobre la interrupci�n de su embarazo. Con ello, el m�ximo tribunal de EUA les arrebata indebidamente un derecho fundamental vigente y alimenta la polarizaci�n pol�tica y social en un momento en que los partidos mayoritarios contienden electoralmente para la elecci�n de nuevos senadores, lo que tendr� por supuesto efectos con miras a la sucesi�n/reelecci�n presidencial del 2024.��
En esta ocasi�n la votaci�n para revocar aquella sentencia y los principios constitucionales que contiene fue de 4 votos en contra por 5 votos a favor, con lo cual, se deja el camino abierto para que las entidades federativas que as� lo decidan puedan adherirse a esa resoluci�n haciendo los cambios respectivos a su legislaci�n. De hecho, as� ya lo han comenzado a hacer los estados de Missouri y Texas con iniciativas de leyes reglamentarias �fast track� y pronto har�n lo mismo entidades federativas conservadoras como Arkansas, Idaho, Kentucky, Luisiana, Mississippi, las dos Dakotas, Tennessee, Utah y Wyoming, diez de los veinte a veinticinco de cincuenta estados que por su tendencia pol�tica similar se espera act�en en el mismo sentido.��
�Esto es algo muy lamentable, pues pretende revertir algo que es al mismo tiempo un derecho y una libertad constitucionales, que como tal en la doctrina mundial de los derechos humanos tiene caracter�sticas que todos los pa�ses deber�an observar por estar basadas en la raz�n y el sentido com�n, mismas que por cierto se prev�n la Constitucion Mexicana en su art�culo primero:�
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- Son intr�nsecos, es decir se nos atribuyen a todos por el simple hecho de ser seres humanos, y por lo tanto�
- Son universales, esto es, son para todos y por lo tanto, al tratarse de normas constitucionales federales, no pueden aplicarse en unos estados s� y en otros no. Aqu� el problema es que la Constituci�n de EUA desde su creaci�n en 1779 carece de un apartado espec�fico en materia de derechos humanos y por lo tanto deja a los estados que lo normen. Tambi�n por lo mismo�
- Son irrenunciables, nadie puede neg�rselos a s� mismo y el poder p�blico tampoco los puede eliminar o suspender, salvo temporalmente, de acuerdo a la ley y por casos excepcionales;�
- Son interdependientes, o sea que se relacionan estrechamente unos con otros, de tal suerte que eliminar uno afecta a todos los dem�s;�
- Son inalienables, esto es, no se pueden hacer depender ni de la pol�tica, ni de la econom�a, no se pueden vender, comprar, traspasar, negociar, etc.;�
- Son indivisibles, ya que no se pueden reconocer parcialmente en ciertos aspectos; y�
- Son progresivos, lo que significa que una vez reconocidos no se pueden dejar de reconocer, al contrario tienen que ampliarse y fortalecerse.�
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Como puede verse, con base en estos principios b�sicos que caracterizan a los derechos fundamentales, la decisi�n de la corte suprema de EUA de anular el derecho y libertad de las mujeres a interrumpir su embarazo es a todas luces anti constitucional, contraria a los tratados internacionales y a los derechos humanos, aunque como sucede en muchos otros aspectos, este caso no es la excepci�n en cuanto a la interpretaci�n a modo por parte de EUA de la doctrina universal de los derechos humanos.�
�Pero el asunto no es solo jur�dico, como en todo lo que tiene que ver con la constituci�n, tambi�n es pol�tico y social.�
�En lo pol�tico, estos acontecimientos tienen que verse desde la perspectiva electoral. El 8 de noviembre de este a�o habr� elecciones para renovar el Senado (all� se renueva por tercios cada dos a�os). En tal contexto, la estrategia del presidente Biden de ventilar p�blicamente en una especie de juicio pol�tico del ejecutivo los hechos vand�licos que desembocaron en la toma del capitolio el 6 de enero del 2021 y a sus autores materiales y sobre todo intelectuales (es decir, Donald Trump y diputados y senadores republicanos) tiene como respuesta pol�tica esta decisi�n de la Corte, pues hay que tener presente que 3 de los 5 ministros que votaron a favor fueron designados por Trump durante su presidencia, lo que lleva la contienda electoral al �mbito institucional y muestra un juego perverso de politizaci�n de la justicia norteamericana de ambos partidos en detrimento de la poblaci�n.�
�Adem�s, tambi�n provocar� la divisi�n pol�tica de pr�cticamente 50%-50% entre los estados a favor y en contra de la sentencia. Ya algunas entidades como California, Michigan y Nuevo M�xico se han pronunciado en ese sentido declarando que se convertir�n en �santuarios� de ese derecho fundamental para que dentro de su territorio las mujeres que as� lo decidan, puedan interrumpir su embarazo legalmente y en condiciones de salud p�blica seguras.�
�Al respecto, Donald Trump, en una �ptica a todas luces fundamentalista, afirm� que �Dios tom� la decisi�n�. Por su parte, el presidente Biden ha declarado que esto afecta gravemente un asunto que no es de moral ni de religi�n sino de salud p�blica, pues la reversi�n no detendr� a las mujeres que quieran o necesiten interrumpir su embarazo, sin perjuicio de los derechos que quedan a salvo de aquellas que en lo personal decidan no hacerlo por sus convicciones morales, religiosas, etc., posici�n a la que se sumaron el ex presidente Barak Obama y la presidente de la c�mara de diputados Nancy Pelosi, quienes se refirieron a una actitud lamentable, regresiva e insultante de la Corte que lesiona los derechos fundamentales de las mujeres.�
�Ahora bien, socialmente, es decir, en los hechos, la polarizaci�n pol�tica como se ha podido ver en los medios, se transfiere al �mbito social, acentuando la divisi�n entre quienes est�n a favor y en contra. Asimismo, e independientemente de la confrontaci�n social, en lo personal las mujeres resolver�n el asunto simplemente viajando de un estado a otro e incluso a otros pa�ses como M�xico para poderlo hacer, tal como ha sucedido anteriormente en temas como la prostituci�n, la producci�n, venta y consumo de alcohol y drogas, entre otros.�
�Sin embargo, el da�o jur�dico, pol�tico y social est� hecho. Como dijera Cervantes en su Quijote: �Cosas vederes Sancho���
Por Jos� Ram�n Gonz�lez Ch�vez�