Hace tres años, se vivía la etapa más álgida de la pandemia de COVID-19, con el confinamiento por la implementación, en México, de la Jornada Nacional de Sana Distancia que contempló la aplicación extrema de cuidados preventivos. En el Estado de México, el primer caso se reportó el 7 de marzo del 2020, en Huixquilucan, fue el sexto a nivel nacional; al corte de marzo de 2023, la entidad acumula 751 mil 593 casos positivos confirmados, y 48 mil 267 defunciones, según datos del Gobierno de México.
De las personas mexiquenses que han enfermado de COVID-19, el 51.45 por ciento, son mujeres y el 48.55 por ciento, hombres, concentrándose la mayor incidencia en el rango de edad de entre 25 y 29 años, con 93 mil 027 personas, de las cuales, 45 mil 802 son hombres y 47 mil 225 mujeres.
En el primer trimestre del año, la entidad sumó 32 mil 499 casos, de los cuales, 10 mil 390 se registraron durante marzo, siendo el día 13 en los que más casos se confirmaron con 681. De acuerdo con la Secretaría de Salud del Estado de México, actualmente la pandemia se mantiene en un estatus de control, con incidencia de contagios a la baja.
“La incidencia de casos tiene una disminución muy importante, ya tenemos casi 12 semanas epidemiológicas con disminución, tras esta sexta ola o sexto repunte, que en la última semana epidemiológica tenemos alrededor de 2 mil 882 casos activos que se han tratado de manera ambulatoria”, dijo el titular de la secretaría, Francisco Javier Fernández Clamont.
Añadió que la permanencia hospitalaria varía de entre tres y siete personas; en ese sentido, el Sistema de Información de la Red IRAG indica que la entidad mexiquense tiene una ocupación del 4.36 por ciento en camas generales; con ventilador, del 0.98 por ciento, y del 2.17 en camas con ventilador de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Quienes se enferman actualmente, precisó, son principalmente adultos mayores, seguidos de las personas de entre 30 y 49 años, que son quienes son económicamente activas y en constante movilidad.
Aplicación de pruebas
Actualmente, los protocolos para la aplicación de pruebas de detección del virus SARS-Cov-2, causante del COVID-19, se han modificado, pues ahora, el sector salud mexiquense las realiza a los pacientes con sintomatología de infección respiratoria aguda grave, con antecedente de contacto con personas con la enfermedad, o a quienes los síntomas coincidan con los del virus.
El secretario destacó que, en el estado, se han aplicado casi 3 millones de pruebas rápidas, y un acumulado similar de pruebas PCR, es decir, más de 5 millones de ensayos, y que en los últimos meses el interés o búsqueda de estas se redujo significativamente.
Nuevo tratamiento viral
En los avances para tratar los contagios por COVID-19 en el mundo, se encuentran disponibles dos fármacos virales, de vía oral e intravenosa, de los cuales, en enero de 2023, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), autorizó el uso de emergencia del tratamiento Paxlovid, desarrollado por farmacéutica Pfizer.
Dicho medicamento se encuentra disponible en el Estado de México, al momento ha sido prescrito de manera gratuita para alrededor de 2 mil pacientes atendidos en el ISEM; sin embargo, el fármaco también se encuentra disponible en instituciones de salud como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
“Es un medicamento con muy buena respuesta, sumamente efectiva, a la primera toma, los primeros dos días se ve una recuperación muy importante en los pacientes; disminuye la carga viral y por lo tanto la sintomatología va reduciendo”, expresó el titular de Salud mexiquense, tras explicar que el medicamento consiste en la toma de tres tabletas, cada 12 horas; y lo pueden recibir los mayores de 18 años, con más de 40 kilos de peso, que cuenten con una prueba COVID-19 positiva y estén dentro de los primeros cinco días de sintomatología; mujeres embarazadas no lo pueden tomar.
Secuelas
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 10 y el 20 por ciento de las personas que desarrollan la COVID-19 experimenta diversos efectos a medio y largo plazo después de recuperarse de la enfermedad, efectos a los que le denominó “COVID-19 de larga duración”, que, aunque las investigaciones al respecto continúan, entre los síntomas más comunes son fatiga, disnea (dificultad respiratoria), disfunción cognitiva como confusión, pérdida de memoria o falta de concentración y claridad mental, así como sueño; además, tos persistente, dolor torácico, dificultad para hablar, dolores musculares, pérdida del olfato o del gusto, depresión o ansiedad.
En el Estado de México, Fernández Clamont, indicó que entre las secuelas detectadas en los pacientes mexiquenses se encuentran las afecciones mentales, como ansiedad, depresión y estrés post traumático, con un aumento del 23 al 25 por ciento en las personas que han padecido COVID-19.
En temas orgánicos, dijo, han detectado casos de personas que quedan con un síndrome de fatiga crónica, la cual puede llegar a durar dos meses posterior a la infección viral, “es un cansancio excesivo y algunos otros quedan con algunas secuelas de daño menor, moderado o grave”, expresó. Entre los casos de mayor gravedad, dijo, se encuentran los daños pulmonares, como tos crónica, o dificultad respiratoria en que los pacientes requieren oxígeno suplementario.
También existen casos, que, aunque no se ha establecido una asociación formal, presentan patología cardíaca. Sin precisar una cifra, aseguró que a los pacientes atendidos en el Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) que se les detecta algún tipo de lesión, se les brinda seguimiento y control subsecuente.
Cuidados preventivos
Si bien el número de contagios va a la baja, algunas medidas preventivas se mantienen, como es el uso de cubrebocas, recomendación dirigida principalmente a las personas sin esquema de vacunación o con una enfermedad crónica no controlada.
“Mucha gente adulta mayor que padece alguna enfermedad crónica, les recomendaría mejor que controlen su enfermedad porque es un riesgo tener un descontrol de una diabetes, de hipertensión, un problema cardiaco, enfermedad renal o una enfermedad autoinmune porque son más susceptibles no solamente para COVID-19, sino para de cualquier otra infección y llegar a cuadros más graves”, dijo el funcionario estatal.
En el transporte público, los lineamientos gubernamentales señalan que debe continuar el uso de cubrebocas; sin embargo, de cada 10 personas, cinco no lo portan; en sondeo, los usuarios señalaron, que con la temporada de calor es más complicado respirar con él, otros, indicaron que mientras no haya saturación de personas en la unidad, no veían riesgo.
Un virus que llegó para quedarse
El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló hace un par de semanas que el 2023 podría ser el año en el que se declare el fin de la emergencia de salud por COVID-19 en el mundo; por lo que podría darse la declaratoria de la enfermedad como endémica.
“Seguramente esta enfermedad ya será endémica, es decir, que será una enfermedad que llegó para quedarse, como la influenza”, consideró Francisco Javier Fernández, quien añadió que habrá que esperar a que la OMS y/o el gobierno de la República, emitan nuevos lineamientos, como si se deberá aplicar cada año una vacuna; al momento, destacó, no hay información si se deberá aplicar otra dosis a la población.
Areli Díaz