Después de los informes de los presidentes municipales en el estado de México, podemos afirmar que la efervescencia política está en apogeo. La presencia de las y los diputados locales y federales de los distintos distritos en los informes de los ayuntamientos ganados en la Alianza de PAN-PRI y PRD, fortalecieron a quienes, cumplieron con al acto republicano de rendición de cuentas.
La mayoría de los municipios de mayor poderío económico y de número de habitantes contó, además de una buena parte de las clases políticas de esas localidades, con la asistencia de distinguidos liderazgos de otras fuerzas políticas.
Claro que no ha sido fortuito que personajes como Óscar González Yánez acudiera como invitado especial a municipios como Tlalnepantla o Cuautitlán Izcalli y se dejara ver compartiendo con otros liderazgos pertenecientes a diversas fuerzas políticas, por mencionar sólo a uno de los tantos personajes que en una civilizada convivencia política, acudieron a atestiguar el trabajo de los amigos que hoy gobiernan.
La clase política del Estado de México se ha movilizado, todos querían estar presentes, ser vistos por aquello de que “santo que no es visto, no es adorado”, no importa si es con propios o con ajenos, lo importante es que en los reportes de las distintas subsecretarías regionales de la General de Gobierno, aparecieran conviviendo institucionalmente con quienes integran los ayuntamientos de la entidad.
En el balance de los informes municipales destacan dos elementos que son fundamentales. Por un lado, la gobernabilidad que se mantiene a lo largo de los veintidós mil quinientos kilómetros del territorio estatal. Por otro lado, la limitada obra pública que, salvo honrosas excepciones, los ayuntamientos de todas las fuerzas políticas han padecido ante el centralismo del manejo de los recursos que antes recibían y aplicaban los ciento veinticinco municipios.
Como nunca antes, esta ha sido una característica que ha homologado a los grandes y pequeños municipios a partir de 2018 cuando los presupuestos en materia de desarrollo social, de desarrollo urbano o de seguridad pública, pasaban, en parte, por los gobiernos estatales y eran direccionados por éstos a los municipios y a la otra parte de los recursos eran directamente ministrados por la federación a través de las distintas dependencias que ejercían el gasto sectorialmente.
No obstante esta circunstancia, en municipios como Coacalco, Tlalnepantla de Baz, Atizapán de Zaragoza, Toluca, Huixquilucan, Nicolás Romero, Metepec, Tultitlán o Ecatepec, por nombrar a los más favorecidos, o los casos de Otumba, San Martín de las Pirámides u Ocoyoacac, entre los que cuentan con menor capacidad recaudatoria, las obras de infraestructura estuvieron en la mayor parte de los casos, alineados con proyectos de infraestructura que el gobierno de Alfredo Del Mazo Maza desarrolló en materia educativa, de infraestructura carretera o bien, de obras hidráulicas de alto impacto.
Ello habla no solo de un gobierno estatal que ha sido responsable en la planeación de las obras que se requieren para continuar generando las condiciones que permitan a ciudadanos y ayuntamientos, la inversión productiva o de generación de servicios, y las condiciones suficientes para promover la creación de empleos.
En el primer año de las administraciones municipales el acompañamiento del gobierno del Estado de México a los presidentes municipales, les ha permitido transitar meses que fueron complejos de forma aceptable mediante las Mesas de Fortalecimiento Municipal y la concurrencia de las diferentes dependencias estatales en atención a los problemas que los presidentes municipales han presentado a los representantes del gobernador en cada una de las regiones.