La sequía del año pasado, que todavía no conseguimos superar, nos puso nuevamente frente a un espejo que nos hace recordar la parte que no nos gusta.
En el Valle de México el efecto del daño al Sistema Cutzamala es más grave, pero no es la única región afectada. Lo peor, no es la primera vez, ni será la última que estamos en aprietos por la escasez de agua, por el contrario, este puede ser el problema más grave en un futuro muy cercano de nuestra entidad. Por lo pronto, si no es la razón de una guerra, si ha sido en los meses recientes pretexto para la confronta entre gobiernos municipales de oposición y el de Alfredo del Mazo.
Algunos alegan que les han cerrado la llave a propósito, con la intención de afectar a las administraciones municipales y hasta han acudido al Palacio de Gobierno con exigencias en tono beligerante.
En el fondo saben bien que la historia es otra y muy distinta. Para empezar, es el Sistema Cutzamala el que decide sobre la dotación y los cortes de agua. Esa infraestructura hidráulica es operada por el gobierno federal, no por el estatal.
Es decir, está en territorio mexiquense, explota nuestros recursos, pero no está bajo la responsabilidad de la autoridad estatal. Peor aún, la mayoría del agua se va a la Ciudad de México, a precios irrisorios.
Tal vez sería más lógico crear un frente uniso con el gobierno estatal para exigir mejor trato por parte del gobierno federal en esta materia, un pago adecuado de la Ciudad de México o ambas cosas.
Lo cierto es que desde Arturo Montiel, ningún gobernador mexiquense ha vuelto a dar esta batalla, lo que es una lástima, porque valdría la pena pelear estos recursos.
Mientras eso sucede, estaría bueno también que los municipios revisaran primero lo que en sus territorios ocurre con el agua.
Y es que, según estimaciones oficiales, casi el 40 por ciento se desperdicia en fugas de las redes de distribución municipales.
En Ecatepec, por ejemplo, la llamada Quinta Zona, donde la escasez de agua arreció durante la pandemia por el COVID-19, tiene una infraestructura hidráulica con más de 7 décadas de existencia.
Además, ese municipio tiene permitidos derechos de explotación por 6 mil 25 litros por segundo de sus fuentes propias, pero solo extrae 2 mil 976 litros de sus pozos, de modo que tienen mucho por hacer para explotar sus propias opciones.
Esta es una situación genérica en los valles de México y de Toluca. Los gobiernos municipales suelen invertir poco en su propia infraestructura y en la solución de sus problemas, que ahora, con la diversidad de partidos en el poder, utilizan como herramienta política.
Es el mecanismo perfecto, pues con un puñado de acarreados se plantan frente a Palacio de Gobierno, gritan un par de consignas y con eso evaden responsabilidades al mismo tiempo que hacen show para su público conocedor.
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