Quién sabe a qué santo se encomiendan algunos personajes que siguen al amparo del poder, aunque ya no tengan la fuerza que presumen.
Un claro ejemplo es Miguel Sámano. Acaba de dejar su segunda legislatura local al hilo -antes fue diputado por el Verde, cuando ese partido era una sucursal del tricolor- como líder de la bancada priista.
Para esta última, debieron meterlo por la puerta de atrás, como suplente, para que pudiera alcanzar un lugar en el Congreso.
Luego, no levantó una sola vez la voz en defensa de su partido, el gobernador, sus correligionarios actuales o del pasado o siquiera por el cumplimiento de la ley, a pesar de que era integrante de la Jucopo. Ni en el Pleno, ni en Comisiones ni en declaraciones públicas.
Transitó por el Congreso con mayoría morenista como un fantasma, pero de esos amistosos que no asustan a nadie.
Dirán que hizo las negociaciones tras bambalinas, por eso tuvo bajo perfil, pero eso tampoco habrá salido muy bien, porque su partido no ganó casi ninguna y cuando lo hizo, las batallas las libró el Ejecutivo con su gabinete, a quienes dejaron solos.
Así y todo, ayer su partido bajó del caballo a Gustavo Cárdenas como líder de la bancada mexiquense tricolor en la Cámara de diputados federal y nombraron a Sámano Peralta en su lugar. ¿De verdad no había alguien mejor?
Responsabilidad
En el Estado de México tenemos ya más de 170 mil casos confirmados de COVID-19. Hay más de 37 mil personas en resguardo domiciliario por esta enfermedad y bajo vigilancia epidemiológica, mientras que mil 787 son atendidos en hospitales de la entidad. Han fallecido 29 mil 087. Las autoridades nos han informado que las personas que se agravan en esta tercera ola de contagios no estaban vacunados.
Aún así resulta muy complicado conseguir que la gente solo salga cuando es muy necesario, que cumplan las medidas preventivas, que no hagan reuniones o acudan a actividades masivas.
Tenemos aún mucha gente que se niega a creer que el virus existe y que está, literalmente, en nuestras manos, controlar los contagios.
Aquí, ya hay otra vez hospitales saturados y se multiplican los casos de personas que no consiguieron una cama o pasaron días con un enfermo de gravedad de puerta en puerta buscando un ventilador disponible en algún nosocomio.
La situación es grave y, de seguir a este ritmo, es probable tengamos pronto el sistema de salud en problemas.
Lo cierto es que la colaboración de la sociedad es fundamental para que ceda la pandemia, de manera que podamos seguir con la vuelta a nuestras actividades lo más normalmente posible.
Mientras más gente salga a la calle, más contagios habrá y el regreso se irá postergando.
Así las cosas, depende más de los ciudadanos que de las autoridades, esta vez no podemos culpar al gobierno, como tanto nos gusta.
De todos modos, esperemos que ahora que pasaron las elecciones, todas nuestras autoridades sean más duras con los protocolos sanitarios. Es momento de empezar a aplicar sanciones.
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