En el PRD la cosa est� que arde. Otra vez gan� Cristian Campuzano una instancia m�s y hasta ahora la situaci�n va muy a su favor.
Eso significa que deber�a ser restituido en el cargo como dirigente de ese partido en el Estado de M�xico en un plazo de tres d�as, aunque todav�a falta una� instancia a la cual pueden� acudir los contrarios.
Mientras, el PRD nacional le dio� un nombramiento� extra�o a Omar Ortega para que siga adelante con los preparativos pre� electorales, en la ��negociaci�n de la alianza y los t�rminos en los que participar�n en ella.
Sin embargo, ellos no podr�n definir los t�rminos con el PAN y el PRI si Campuzano les gana en los tribunales y deben regresarle la presidencia del� partido.
El caso es que la crisis es grave y en el peor momento. Dado que se han adelantado los tiempos electorales, valdr�a la pena que se sienten ambas partes a negociar lo que se har� con el partido, a menos que quieran quedarse ambas partes sin nada.
La realidad del Sol Azteca en el EdoMex es que si no van� en� alianza est�n en grave riesgo de desaparecer, de modo que lo mejor que pueden� hacer es encontrar una v�a para negociar en t�rminos que puedan rescatar� el partido.
En este momento, ninguna de las dos partes conseguir� nada sin la� otra, eso es un hecho que ning�n tribunal puede modificar.
La importancia de los nombres
�Hay dos temas de gran trascendencia en relaci�n con los medios de comunicaci�n y la crisis de seguridad que aqueja a nuestro pa�s y que vale la pena retomar dados los eventos recientes y que arrastramos desde la administraci�n anterior,� en especial cuando la discusi�n se ha centrado en el papel de los mass media en todo este asunto.
A primera vista, la gran importancia es que se trata de una forma inhumana de tratar a las v�ctimas, pues significa que no se les da la importancia que merecen, al menos no desde el punto de vista social, pues deber�an ser tomadas como muertes heroicas.
Pero m�s all� de eso, existe una implicaci�n tremenda en este asunto, que es el hecho de que en M�xico se puede ser asesinado sin al menos estar incluidos en una lista oficial de v�ctimas, lo que lleva a que nuestra muerte no sea un asunto p�blico ni reconocido.
Es tremendo pensar que en una democracia moderna, como la que se supone es la mexicana, el asesinato de decenas de miles de personas ocurra sin pena ni gloria y, lo peor, que ni los medios de comunicaci�n ni la sociedad reaccionan ante semejante vejaci�n, mientras las autoridades parec�an considerar que es una prerrogativa que les corresponde, sin m�s.