El presidente L�pez Obrador insiste en que no se pueden esperar resultados inmediatos en materia de seguridad luego de la herencia que recibi�, pese a que el gobierno federal ha puesto en marcha una estrategia muy clara y espec�fica de militarizaci�n del pa�s, ya no s�lo en materia de seguridad, sino tambi�n en otros �mbitos. El caso es que ya est� por terminar el sexenio y no vemos para cuando consiga anotarse cifras positivas.
Ahora ya consigui� que la Guardia Nacional se convierta en un cuerpo completamente militar, aunque se hab�a comprometido a que no ser�a as�.
No solo incumpli� con su promesa de retirar el Ej�rcito en las calles, sino que ha aumentado su presencia, hay m�s militares en las calles que nunca en nuestra historia y con m�s tareas civiles de lo que alguna vez imaginamos, mientras que agreg� que la Guardia Nacional sea un cuerpo militar.
Lo cierto es que este no es un problema f�cil de resolver y no puede ser abordado de manera superficial, o puede resultar peor el remedio que la enfermedad.
Ya lo vivimos en gobiernos anteriores. Lo peor de la pol�tica de seguridad de esos gobiernos fue que las v�ctimas de la guerra se contaban por decenas de miles, sin que hubiera resultados claros, al menos no positivos. Ahora nos pasa exactamente igual.
Los ciudadanos esperaban que algo bueno pasara con el gobierno de L�pez Obrador, de preferencia r�pidamente.
Que se notara la pacificaci�n del pa�s, que disminuyera la violencia de los carteles de narcotraficantes, que se enfrentsra al menos alg�n cartel o alguna cosa que nos diera la posibilidad de encontrar buenas noticias entre tantas malas.
Uno de los grandes errores del pasado fue la falta de claridad en el tema de las estrategias y lo que de �stas se esperaba, mucho menos hablaron de la posibilidad de medir el avance para definir si se segu�a o no con �stas.
Hoy, la estrategia contra la violencia es �abrazos, no balazos� y en lo informativo, el discurso oficial es negar sistem�ticamente la realidad. El �nico cambio ha sido una explosi�n mayor de la violencia, m�s muertos y desaparecidos.
Cuando hasta las cifras oficiales se�alan un crecimiento tremendo de los delitos de alto impacto, el presidente insiste en que son mentiras de sus detractores.
Al final, el presidente no ha terminado por afrontar la realidad, ya no es candidato, el peso ya no est� en el discurso, sino en los hechos.
Portal Político
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