Avanzan las campañas internas y una de las cosas que causa sorpresa es el nulo avance de Delfina Gómez.Es exactamente la misma que vimos en campaña hace 6 años en busca de la gubernatura y luego tras la senaduría.
Tal vez entonces causaban sorpresa, gracia incluso, sus expresiones pintorescas, la escasez de vocabulario y lo limitado de sus planteamientos. Hoy, ya es preocupante.
Cómo puede haber pasado tanta agua bajo el puente, incluso haber sido secretaria de Educación federal sin al menos pulir la capacidad de expresar ideas o el discurso. ¿O será una pose para caer bien a los mexiquenses? ¿Qué será peor?
Ambulantes sin control
Una de las repercusiones que podemos esperar de la crisis epidemiológica es la multiplicación de la ya de por sí muy extendida red de ambulantaje.
Hace años que las ventas irregulares en las calles son una opción de supervivencia para miles de familias, más allá de las grandes redes de organizaciones que dominan ese espectro.
Basta dar una vuelta por casi cualquier calle de cualquier colonia para toparse con puestos improvisados en sus propias casas o autos, que ofrecen cualquier cantidad de productos.
Hay de comida, dulces, bolsas, peluches, vaya, la lista es interminable y ahí se topa uno con gente ajena a las grandes mafias del ambulantaje.
Se trata de ciudadanos comunes que no tienen empleo, no les alcanza con el ingreso familiar o encontraron que convenía más esta actividad que un trabajo mal pagado y sin prestaciones sociales.
Y es que las autoridades presumen la generación de miles de empleos, con todas las de la ley, incluida la seguridad social y la salud gratuita, pero resulta que hay estudios que concluyen que sólo el 58.06 por ciento de los mexiquenses cuenta con un servicio de salud garantizado.
Es decir, que al menos 6 millones de mexiquenses no tiene cobertura de salud, lo que significa que se ven obligados a pagar por esos servicios de manera independiente o a depender del seguro popular, cuyo servicio deja mucho que desear.
Valdría la pena que revisara qué pasa con los otros empleados, los que no reciben el beneficio de la seguridad social y también trabajan.
Estas condiciones empeoran drásticamente, aún con las cuentas alegres de los gobiernos.
Lo peor es que ahora será muy complicado para las autoridades municipales recomponer el camino y volver a liberar las calles.