Municipios indolentes
Martha Gonz�lez
El ayuntamiento de Toluca anunci� que aplic� ya la primera sanci�n por acoso callejero a una mujer. Este asunto puede tomarse a la ligera, como si no tuviera mayor importancia, pero es todo lo contrario.
Lo cierto es que el gobierno de la capital mexiquense est� poniendo la muestra de que con acciones sencillas y no costosas es posible prevenir la violencia contra las mujeres, adem�s de generar un cambio cultural que a largo plazo puede ser mucho m�s eficiente en la soluci�n de este grave problema que la v�a policial.
Lo cierto es que desde el gobierno estatal, desde el inicio del gobierno de Alfredo del Mazo, se han implementado medidas interesantes, con la intenci�n de establecer pol�ticas p�blicas de protecci�n para las mujeres.
Este trabajo puede arrojar buenos resultados y ya lo hace en buena medida, desde la prevenci�n y la mejor�a en la atenci�n a las v�ctimas, sus familias y las investigaciones.
Sin embargo, es clara la urgencia de que las autoridades se sumen a este esfuerzo, dado que son la autoridad m�s inmediata para los ciudadanos y, por lo tanto, los que pueden actuar con mayor eficiencia.
Sin embargo, las autoridades municipales no le dan la atenci�n ni la importancia que que este tema requiere.
Para muestra, basta mencionar que 105 ayuntamientos han firmado convenio de colaboraci�n con el gobierno estatal en esta materia, a trav�s del CEMyBS. Esos convenios incluyen el compromiso de instalar sus Unidades de Igualdad de G�nero, pero hasta ahora s�lo lo han hecho 29.
Apenas se ha conseguido que todos estos ayuntamientos tengan un �rea de atenci�n a la mujer -en algunos es instituto, en otros direcci�n- y que colaboren con la Red Naranja.
Se requiere de mayor esfuerzo por parte de los municipios para atender la violencia contra las mujeres, que es una triste realidad en el Estado de M�xico que en muchos casos termina en feminicidios, pero hay otras repercusiones que son tambi�n graves que no refleja la estad�stica, como mujeres que no consiguen un desarrollo, libertad ni mucho menos felicidad, hijos que crecen en un ambiente hostil y reproducen el patr�n.
Las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres de aspirar a una vida plena, feliz, productiva y libre, mientras que todos los gobiernos tienen la obligaci�n de proteger esos derecho y en muchos sentidos, en el Estado de M�xico, eso falla. Esa es la realidad.