Un pendiente permanente
La impartici�n de justicia en M�xico tiene pendiente la resoluci�n de retos importantes, desaf�os estructurales y sistem�ticos. En los �ltimos d�as el foco de atenci�n se ha puesto sobre el poder judicial, en buena medida porque se han presentado, en torno de �ste, pol�micas medi�ticas; desde los desencuentros entre el activismo social y el protagonismo del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Naci�n (SCJN), hasta liberaciones y capturas de personajes pol�ticos del m�s alto nivel, al menos del sexenio anterior. Sin embargo, el problema es m�s antiguo y de dimensiones m�s profundas.
La sociedad mexicana percibe que la impartici�n de justicia es un tema que adolece de profundas desigualdades, s�lo aquellos que tienen recursos-econ�micos o relaciones personales influyentes- pueden aspirar a ella. Para las y los mexicanos, acceder a la justicia es casi �una experiencia milagrosa� y muchas veces indeseable; se trata de procesos complicados, costosos, desgastantes y discriminantes (sobre todo, por raz�n de condici�n econ�mica, g�nero, edad, discapacidad, color de piel, lengua, entre otras). �Al menos, as� se refleja en los resultados presentados en el estudio denominado �Acceso desigual a la Justicia: Un freno para la econom�a y el bienestar� que present� el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C. (IMCO) y donde se retoman datos de las encuestas nacionales de victimizaci�n y percepci�n sobre seguridad p�blica realizadas por el Instituto Nacional de Estad�stica y Geograf�a (INEGI).
Desde el punto de vista cotidiano, la justicia mexicana no s�lo est� rebasada (en cargas de trabajo y tiempos de resoluci�n de los asuntos), sino que se percibe como poco eficaz (no son pocos los casos que concluyen con sentencias que han decidido privilegiar aspectos formales para evitar analizar aspectos sustantivos de una controversia). La ciudadan�a no suele recurrir al aparato de justicia para resolver sus conflictos, por el contrario, intenta evitarlo a toda costa, acudir a los tribunales es una decisi�n que se toma cuando ya no existe m�s remedio.
Por ello, cuando se presentan asuntos como la liberaci�n de una ex secretaria de Estado, acusada de corrupci�n, o la captura de un ex procurador general de la Rep�blica, por la presunta comisi�n de delitos vinculados a la tortura, la sociedad dif�cilmente se sorprende. Se trata, en el mejor de los casos, de temas que se conocen por el morbo que causan. Se les ve como asuntos de venganza, circo o devoci�n pol�tica. El �nico perdedor es el sistema de justicia que se ve minimizado y que suma puntos negativos a su, de por s�, deteriorada imagen p�blica, m�s all� de lo oportuno que resulte que �ste conozca de estos temas y los resuelva en consecuencia.
Lo cierto es que cuando los reflectores medi�ticos iluminan la escena del poder judicial, se vuelve relevante recordar que la justicia y su impartici�n es fundamental para fortalecer nuestro sistema democr�tico y constitucional, para garantizar la paz social. Las y los mexicanos aspiramos a contar con un sistema de impartici�n de justicia m�s cotidiano, que resuelva con imparcialidad, determinaci�n y prontitud todos los casos, empezando por aquellos que nos son m�s cercanos.
No estamos peleados con que los grandes casos medi�ticos sirvan de ejemplo y referencia, pero se trata de construir un mejor pa�s para todas y todos, uno que tenga justicia en todas las esferas y niveles sociales; estamos cansados de que la justicia efectiva sea aquella que parece venganza y que en el resto de los asuntos la justicia se traduzca en comparsa. Un mejor M�xico es posible si se fortalece el estado de derecho y su efectivo cumplimiento.
Por: Fernando Roberto Z��iga Tapia
Twitter: @ZuFerTapia