Antonio Espinoza
Hace cincuenta a�os, en 1971, fue publicado un ensayo que estaba destinado a hacer historia: Why Have There Been No Great Women Artists? En este c�lebre estudio, la historiadora del arte y te�rica norteamericana Linda Nochlin se pregunta por qu� en la historia del arte no aparecen nombres de grandes mujeres artistas y analiza las posibles respuestas a la cuesti�n. Escrito en un contexto de efervescencia feminista en el mundo occidental y del surgimiento del Movimiento de Liberaci�n de la Mujer, el ensayo result� sumamente importante en la historia del arte y el feminismo, puesto que sirvi� de punto de partida de muchas investigaciones posteriores sobre mujeres artistas, quienes debido a su situaci�n econ�mica, pol�tica, social y cultural, fueron desplazadas en su tiempo del mundo del arte.
El mismo a�o en que apareci� el ensayo de Linda Nochlin, fue creada una obra que con el tiempo se convirti� en un icono del arte feminista y que lleva como t�tulo: Red Flag (fotolitograf�a, 1971). Es una imagen poderosa que nos muestra en un primer plano la mano de una mujer que extrae un tamp�n de su vagina. Se trata de la primera obra de arte que representa ese acto tan com�n en la vida de las mujeres que consiste en remover un tamp�n para desecharlo. La autora de la obra es Judy Chicago (Chicago, Illinois, 1939), artista visual, escritora, maestra y humanista, reconocida como una de las grandes pioneras del arte feminista; mujer convencida del poder del arte para transformar la sociedad y la mentalidad de la gente, as� como para abogar por los derechos de la mujer; creadora que trascendi� su tiempo para convertirse en un s�mbolo del arte feminista.
Formada como escultora en la Universidad de California en Los �ngeles, Judy Chicago transit� muy pronto de la abstracci�n geom�trica a una obra que afirma y exalta la otredad de la mujer: la subjetividad femenina, la diferencia sexual, el deseo, el cuerpo y la mente. Autora de varios libros (entre ellos su autobiograf�a) y de obras art�sticas tan trascendentales como: Red Flag (1971), The Dinner Party (1974-1979), Birth Project (1980-1985), Powerplay (1982-1986) y Holocaust Project: From Darkness into Light (1985-1993), Chicago es referencia obligada para el estudio del arte feminista, tanto en la teor�a como en la pr�ctica Organiz� en 1970 el primer curso de arte feminista en el California State College, en Fresno. Al a�o siguiente, ella y su colega Miriam Shapiro fundaron e impartieron un programa de arte feminista en la California School of Art en Los �ngeles.
En un libro de lectura obligada para conocer la historia de las mujeres artistas, Whitney Chadwick escribe: �El movimiento feminista en las artes �es decir, el compromiso de lograr un arte que refleja la conciencia pol�tica y social de las mujeres- transform� la pr�ctica del arte en Norteam�rica durante ese periodo [fines de los a�os sesenta y principios de los setenta] poniendo constantemente en tela de juicio y desafiando los supuestos e ideolog�as patriarcales de arte y artista�.� En esta aventura revolucionaria, a un tiempo femenina y feminista, participaron activamente Judy Chicago y otras artistas de su generaci�n como: Barbara Chase-Riboud, Faith Ringgold, Niki de Saint-Phalle y Miriam Shapiro. Todas ellas crearon obras poderosas que por meritos propios pertenecen al gran museo del arte femenino y feminista.
Volviendo a Red Flag, debe se�alarse que no s�lo se trata de una obra feminista. Se inscribe tambi�n dentro de la categor�a de lo abyecto como valor est�tico. Abyecto es un concepto filos�fico, psicol�gico y ling��stico. Como categor�a est�tica, se inspira en la noci�n psicoanal�tica de abyecci�n, tal y como la formula Julia Kristeva en su obra Poderes de la perversi�n (1980). La semi�loga y psicoanalista francesa afirma que la expulsi�n de lo considerado abyecto es una �precondici�n del narcisismo� y, al mismo tiempo, una condici�n necesaria para la formaci�n sexual, psicol�gica y social de la identidad.� Con sus diferentes lenguajes, los autores que practican el arte abyecto se identifican porque desaf�an al p�blico mediante lo feo, lo horrendo y lo impuro, y quieren perturbar tanto el orden del sujeto como el de la sociedad. Por eso utilizan esperma, excremento, orina, sangre y vomito como materiales para la creaci�n.
En sentido estricto, el iniciador de esta corriente antiest�tica fue Marcel Duchamp con su c�lebre Fountain (1917), un urinario de porcelana. Hay obras cl�sicas de arte abyecto, como por ejemplo: Merda d� artista (1961) de Piero Manzoni, una serie de latas con excremento del autor, o las Pinturas oxidadas de Andy Warhol, hechas con orina y pigmentos met�licos. Muchos ejemplos de arte abyecto pueden encontrarse en los performances de las d�cadas de los sesenta y setenta, como las representaciones rituales realizadas por los accionistas vieneses, donde se utilizaron cad�veres de corderos, o Seedbed (1972) de Vito Acconci, un performance que se present� en la Sonnabend Gallery, durante el cual el autor, colocado bajo una rampa especialmente construida, hablaba a los visitantes mientras se masturbaba.
Hay mujeres artistas que en alg�n momento han practicado el arte abyecto, entre ellas Helen Chadwick, Cindy Sherman y Kiki Smith. Las artistas feministas sienten una atracci�n muy especial por la categor�a de lo abyecto, pues en sus obras cuestionan abiertamente la sociedad patriarcal. Eso fue precisamente lo que hizo Judy Chicago al aludir a la sangre menstrual en Red Flag. Otras mujeres artistas tambi�n han recurrido a la sangre menstrual para realizar obras de arte. Pienso en Ursula Klutz, Lisandra L�pez Sotullo, Mayday Machado, Cirenaica Moreira, Carolee Schneeman,� Vanessa Tiegs, Carina �beda�Una de las artistas que m�s ha recurrido a la sangre menstrual para hacer arte y perturbar el orden establecido, es Priscilla Monge. Su c�lebre Bal�n de futbol (1996), hecho de cuero negro y toallas sanitarias femeninas, alude a la menstruaci�n como un acto de intromisi�n en el mundo futbolero, predominantemente masculino.� Pero la obra m�s radical de la artista costarricense es un performance titulado: Pantalones para los d�as de regla (1996), un pantal�n hecho de toallas sanitarias femeninas, con el que camin� por los sitios m�s concurridos de una ciudad, exhibiendo su propia sangre menstrual y subvirtiendo el ideal est�tico del cuerpo femenino como un ente limpio y puro.
�� Linda Nochlin, Women, Art and Power and Other Essays, Westview Press, 1988, pp. 147-158.
�� Whitney Chadwick, Mujer, arte y sociedad, Singapur, Ediciones Destino, 1992, p. 321.
�� Julia Kristeva, Poderes de la perversi�n, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1980. p. 22.
�� V�ase Antonio Espinoza, �Obsesi�n sangu�nea�, en Cambio, 24 de noviembre de 2002, p. 90.