Diana Mancilla Álvarez
No se ha dado cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador que al solapar y al proteger a su amigo Félix Salgado Macedonio agrede a más de la mitad de la población de este país. Seguramente piensa que se mantendrá en el poder eternamente y que los brazos de la justicia, cuando sea restablecida, no los alcanzarán.
Sí, de la misma forma que acaban de meter a la cárcel al “gober precioso” de Puebla, Mario Marín, después de tantos años de impunidad, llegará el momento que serán juzgados por sus actos de soberbia y desdén contra la población.
Tras las manifestaciones de mujeres en redes sociales exigiendo, con el hashtag #PresidenteRompaelPacto, que AMLO retire su apoyo a Félix Salgado Macedonio ante las denuncias por violaciones sexuales, el titular del Ejecutivo respondió: “ya chole”.
“Como dicen, ya chole. Porque van a hacer una campaña en los medios, que los programas de radio como era antes, conductores con expertos, con analistas, pontificando, sentenciando, juzgando. Nosotros padecimos eso durante años, ataques tras ataques. Cómo no voy yo a estar desconfiado o actuar de manera precavida”. Así lo dijo el jueves desde Palacio Nacional cuando le preguntaron, otra vez, por su apoyo al candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero. Dijo que se debe preguntar de quién son los señalamientos contra el candidato de Guerrero, porque “se trata de asuntos delicados”. De mujeres violentadas, señor Presidente.
Es inevitable preguntar, ¿cuál sería su posición si las agredidas fueran su madre, su esposa, sus amigas?, porque parece que a AMLO no le importa que su amigo Félix Salgado Macedonio sea un presunto violador contumaz y que su postulación haya generado no sólo rechazo entre las mujeres guerrerenses sino en amplios sectores del país.
No podemos dejar de pensar en todas las mujeres que integran su gabinete. ¿Por qué han guardado un silencio cómplice en este tema? ¿Por qué no se han pronunciado en contra de Félix Salgado?
Cuando era ministra de la Corte, Olga Sánchez Cordero siempre se manifestó como una defensora férrea de las mujeres y ahora es partícipe del linchamiento en contra de las mujeres que violentó el senador.
De nada valdrán en adelante los discursos y las proclamas de igualdad y paridad, no sólo del mandatario nacional, sino de sus principales colaboradores, como el senador Ricardo Monreal o el dirigente de su partido, Mario Delgado, porque el ominoso silencio que han guardado o la tibia justificación bajo la “presunción de inocencia”, les colocan del lado contrario.
En Oaxaca, Mario Delgado sólo atinó a declarar que en el caso de la candidatura de Félix Salgado, la comisión de Honestidad y Justicia de Morena tiene en sus manos el tema e informará oportunamente de las decisiones que tomen.
Las únicas que se atrevieron a levantar la voz en Morena fueron las diputadas federales Wendy Briceño, Lorena Villavicencio, Rocío Villarauz y Laura Imelda Pérez, quienes exigieron a Mario Delgado y a la Comisión Nacional de elecciones reconsiderar la postulación del senador con licencia.
Pero como el presidente es empecinado, seguramente llevará la elección de Félix salgado hasta sus últimas consecuencias y usará todo el poder del aparato burocrático para que gane las elecciones.
La doble moral de la Cuarta Transformación será castigada por la historia.
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