En aportaciones anteriores se ha se�alado que la democracia es una tarea diaria que no empieza ni termina s�lo con el ejercicio de los derechos pol�tico-electorales y que requiere la atenci�n de lo que sucede en los distintos niveles de gobierno. A su vez, hemos apuntado que es necesario el estudio permanente de los diferentes sistemas y contextos democr�ticos con el objetivo de valorar c�mo mejorar nuestro sistema y lograr la consolidaci�n democr�tica.��
Al tenor anterior, es necesario realizar una acotaci�n m�s: la democracia demanda cambios e inclusi�n ya que, como expres� Norberto Bobbio en su obra El futuro de la democracia, �estar en transformaci�n es su condici�n natural; la democracia es din�mica�.��
En ese sentido, debe destacarse que los cambios e inclusi�n a que se refiere no solamente se presentan en las reglas democr�ticas o en la estructura de las instituciones, sino que tambi�n se llevan a cabo en la renovaci�n de los cargos, ya sean �stos de elecci�n popular o por designaci�n.��
Es decir, los cambios que se realizan deben obedecer a la evoluci�n y realidad social que se vive; sin embargo, no deben ser incluidos de manera improvisada, pues se requiere su an�lisis cuidadoso. A manera de ejemplo, se tiene el voto de la ciudadan�a que reside en el extranjero o la renovaci�n escalonada de las consejer�as y magistraturas electorales, posibilidades que adem�s de incorporarse en la normatividad, exigen adecuar todo el sistema y establecer razonablemente el c�mo se llevar�n a cabo tales actividades.��
Conforme a lo anterior, cuando se pretende transformar el sistema electoral se requiere no solamente la participaci�n del Poder Legislativo que modifica las normas, sino tambi�n del Ejecutivo, el Judicial, los organismos aut�nomos y, por supuesto, del conjunto de la sociedad.��
Por otro lado, respecto a la renovaci�n de los cargos, el objetivo es claro: que nadie se perpet�e en el poder y que m�s personas puedan intervenir de manera directa en las decisiones que se toman. En este sentido, debemos pugnar por una mayor inclusi�n y participaci�n social, pues ello permitir�a que la renovaci�n no solamente se d� entre personas con cierta trayectoria pol�tica o laboral, sino que tambi�n otros perfiles, como activistas, l�deres sociales o de la academia, tengan la oportunidad de aportar al desarrollo de las instituciones y el Gobierno.��
Es importante recordar que los cambios que se propongan deben cumplir un requisito indispensable: ser realizados antes de que inicien los procesos electorales, porque as� se permite que todos los actores pol�ticos conozcan previamente las reglas del juego y est�n en condiciones de igualdad al momento de participar y competir.��
Como una reflexi�n adicional, podemos decir que la democracia necesita cambiar al ritmo de la sociedad, pues de lo contrario perder� su eficiencia y podr�an generarse retrocesos importantes. Debemos estar abiertos al cambio, siempre y cuando �ste sea congruente, racional y leg�timo.�
Consejero Electoral, Francisco Bello Corona�