El Estado constitucional tiene como principio b�sico la sujeci�n al orden Constitucional, tanto de los ciudadanos como de las autoridades de los �rganos del poder p�blico del Estado, ya sean de car�cter ejecutivo, legislativo y judicial en los tres �rdenes de gobierno, federal, estatal y municipal; orden compuesto por lo que dispone �claro est� en la Carta Magna, pero tambi�n en los instrumentos internacionales vinculantes, la jurisprudencia y la doctrina constitucional, entre otros productos jur�dicos, relacionados con los derechos fundamentales y los actos de autoridad que deben garantizar su ejercicio, promoci�n y defensa.
Sn embargo, este ser (la realidad), deber ser (lo que dispone la norma) y tener que ser (la coercitividad para hacer exigible su cumplimiento y sancionar al que la infrinja) del Derecho al que se refer�a en sus escritos el gran Jurista Jorge Carpizo, se enfrenta hoy como nunca a un recurso pseudo argumentativo que distorsiona la realidad y la manipula en favor del pol�tico, ya sea candidato o gobernante: la Postverdad, en grave detrimento del de la constitucionalidad y la democracia de un pueblo.
Postverdad en t�rminos generales no es otra cosa que una o varias falacias de tipo visceral, es decir, dirigidas al h�gado o al coraz�n, cuyo prop�sito es manipular y distorsionar deliberadamente una verdad, de tal suerte que para el manipulador los datos reales y objetivos tienen menos valor que las apreciaciones subjetivas y las reacciones, creencias, sensaciones, sentimientos y resentimientos individuales y colectivos que provocan, y de tal forma influir en la conducta de la opini�n p�blica (la audiencia, el auditorio, los lectores, los medios).
Este recurso anti-argumentativo, es utilizado en el medio pol�tico desde los a�os 90 y se recurre a �l cada vez con mayor frecuencia (baste recordar el caso del refer�ndum sobre el Brexit en el Reino Unido), para que partidos, gobiernos, actores construyan l�neas de discurso populistas que les permitan generar, mantener y aumentar simpat�as y confianzas entre sus seguidores e indecisos, as� como falsas expectativas mediante mentiras disfrazadas de verdad pero que tienen una alta carga emotiva, construyendo una especie de realidad paralela af�n a la ideolog�a de quien la usa.
La propia estructura y din�mica de medios y redes en la actualidad hace que a la ciudadan�a �sobre todo en aquellos sectores m�s manipulables por razones socioecon�micas, educativas, culturales, etc. � le sea dif�cil corroborar esos datos y afirmaciones, m�s aun si van acompa�ados de im�genes de reforzamiento, aunque no tengan relaci�n ni con lo que se dice y a veces ni siquiera con el asunto del que se trata.
Pero eso s�, cuando a alguien se le ocurre demostrar p�blicamente que esas declaraciones o notas son falsas o invalidas, adem�s de que el que las ha expresado queda totalmente impune, este se va en contra de quien lo ha descubierto, tach�ndolo de adversario, cuando no de enemigo, y creando en su contra nuevas emociones dirigidas a la audiencia, eliminando el debate y lo que parece incre�ble, reforzando tambi�n su discurso falaz.
Si todos estuvi�ramos de acuerdo en todo, si hubiera un pensamiento �nico, no se necesitar�a de la pol�tica. Por eso el disenso es un elemento imprescindible de la democracia, de hecho es su raz�n de ser y por eso la pol�tica es la forma de buscar y encontrar en tal contexto acuerdos en lo fundamental, independientemente de las preferencias y expectativas personales y de grupo; y por ello tambi�n, quien conduce el Estado y el gobierno debe ser por obligaci�n y responsabilidad pol�tica, su principal garante.
Hay que tener en cuenta que la conexi�n entre el discurso falaz, quien lo dice y la audiencia no se da de manera espont�nea: se induce a trav�s de la cooptaci�n de los medios y el empleo de redes y herramientas inform�ticas como las fake news (noticias falsas pero repetidas por miles o millones), los bots (programas de computaci�n que env�an de forma automatizada, repetitiva y r�pida estos mensajes-idea como si se tratase de personas, hechos y datos reales) y los trolls (personas an�nimas que de manera gratuita o pagada se dedican difundir informaci�n falsa e insultar a los oponentes, provocando una tensi�n que lleva al silencio de quienes pudieran comentar algo, con lo que se intenta mostrar, de nuevo falsamente, como �aprobaci�n�). Todas estas herramientas maliciosas ayudan al pol�tico a distorsionar la realidad a su favor, desacreditar a los adversarios, reforzar la conexi�n emocional con la audiencia y con todo eso mantener y mejorar artificialmente su popularidad.
Si bien, cualquier pol�tica o pol�tico puede usarla en su beneficio, la postverdad se convierte en una verdadera amenaza para el Estado Constitucional y el desarrollo democr�tico de un pueblo cuando es empleada de forma centralizada por el jefe de Estado y/o gobierno quedando exclusivamente en sus manos su dise�o y reglas de operaci�n, y convirti�ndola en l�nea pol�tica a la que deben sujetarse los simpatizantes, militantes, pol�ticos y gobernantes de su propio partido, del que es �como en cualquier parte del mundo el l�der nato�, convirtiendo a la Constitucion, las leyes e instituciones en algo in�til y hasta estorboso.
En tal contexto, el sistema, la cultura y el discurso pol�ticos del M�xico de hace 50 a�os le caen como anillo al dedo para usar las postverdad como herramienta electoral de gobierno; y es por eso tambi�n que �Guardar y hacer guardar la Constitucion y las leyes que de ella emanen� ��nica cosa que protesta cumplir un Presidente de la Rep�blica cuando asume el cargo� deja de ser para �l una responsabilidad pol�tica y jur�dica de primer orden para convertirse en una frase sin sentido e incoercible, y principios generales del Derecho como �la Ley es la Ley� quedan sin valor, todo lo cual rompe desde su base el principal de los pilares que sostienen el Estado Constitucional.
En un Estado constitucional y democr�tico todos tenemos algo que decir; pero eso es algo que implica una gran responsabilidad c�vica y pol�tica, pues no podemos decir lo que sea, tenemos que hacerlo con argumentos, pruebas, datos objetivos y fundamentos jur�dicos que sustenten nuestras opiniones y presupone tambi�n la existencia de un entorno favorable y espacios para el debate razonado de ideas, donde todos ganan y ceden algo a fin de lograr consensos. De ah� se entiende por qu� la argumentaci�n es la columna vertebral del nuevo sistema constitucional, que abandona el modelo vertical autoritario, donde el gobernante en turno toma de manera unilateral las decisiones, haci�ndolo ahora escuchando todas las voces e instrumentando los consensos logrados, lo que hace al sistema verdaderamente democr�tico.
Ante la contradicci�n dial�ctica entre Estado constitucional y postverdad los ciudadanos tenemos la gran responsabilidad de manifestar nuestras ideas de forma argumentada, de no quedarnos callados ante la violencia medi�tica existente contra los que disienten, ya que como se coment� l�neas arriba para la postverdad y sus usuarios �el que calla otorga�.
Por Jos� Ram�n Gonz�lez Ch�vez
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