Martha Gonz�lez Aguilera�
La emergencia sanitaria por Coronavirus domina por ahora la escena p�blica, con aquello de la campa�a de Sana Distancia y el aislamiento como �nicas opciones para evitar muertes por miles, pero que amenazan con destruir la ya de por s� muy afectada econom�a mexicana. Sin embargo, hay otras amenazas que permanecen ah� y ni se detienen ni con las medidas de contingencia, como la violencia y la delincuencia.
El gobierno federal, desde la cabeza, el presidente Andr�s Manuel L�pez Obrador, insiste en la t�nica de que no se pueden esperar resultados inmediatos en materia de seguridad, pese a que el gobierno federal ha puesto en marcha su estrategia desde hace ya tiempo suficiente para saber si es funcional o no.
Sin embargo y aunque insisten en negar o ignorar las cifras, como lo hizo el presidente en su �informe trimestral� del fin de semana, el a�o pasado fue el m�s violento de la historia moderna de M�xico y este no pinta para mejorar.
Las autoridades insisten en que el Ej�rcito permanecer� en las calles, al menos hasta que los gobernadores lo consideren necesario o termine por llegar la Guardia Nacional a todos los rincones de nuestro pa�s.
Lo cierto es que este no es un problema f�cil de resolver y no puede ser abordado de manera superficial, o resultar�a peor el remedio que la enfermedad.
El ejemplo claro lo vivi� nuestro pa�s con Felipe Calder�n y su fallida guerra contra el narcotr�fico.
Lo peor de la pol�tica de seguridad del ex presidente fue que las v�ctimas de la guerra se contaban por decenas de miles, sin que hubiera resultados claros, al menos no positivos.
Los ciudadanos esperaban que algo bueno pasara, de preferencia r�pidamente.
Que se notara la pacificaci�n del pa�s, que disminuyera la violencia de los carteles de narcotraficantes, que se diluyeran al menos alg�n cartel o alguna cosa que nos diera la posibilidad de encontrar buenas noticias entre tantas malas.
Uno de los grandes errores fue que nunca Calder�n ni nadie de su gabinete fueron claros con el tema de las estrategias y lo que de �stas se esperaba, mucho menos hablaron de la posibilidad de medir el avance para definir si se segu�a o no con �stas.
En este sentido, no hay diferencia importante en este sexenio, pues nadie explic� qu� se pretende con lo que se hace, qu� se puede esperar, c�mo y cu�ndo habr�an de medir los resultados.
Eso fue desde el inicio del gobierno y esper�bamos que hubiera resultados evidentes, pero lo que observamos es el aumento de la violencia. El tema de la coordinaci�n ahora parece ser la apuesta ya que no est�n los gobernadores haciendo frente al problema por si solos y cada quien como quiera o decida.
La homologaci�n de las acciones, las medidas, la regionalizaci�n de la estrategia y el involucramiento de la autoridad local, para bien y para mal, era necesario.
El caso es que en los meses recientes hemos movido los reflectores y la corrupci�n ha desplazado a la violencia en la escena p�blica, pero eso no ha solucionado ninguno de los dos problemas.
As� las cosas, muchos mexicanos viven a�n presas del miedo y victimizados por la delincuencia com�n y organizada.
�Ser� momento de re evaluar la estrategia o ya se nos acabaron las opciones?