Democracia.
Insistiremos en que la democracia es una forma de vida. Que significa votar en todo y para todo. Es como el pueblo alcanza el poder. Es como los individuos a través de la elección popular deciden y se convierten en autores de su destino. Así lo dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: el gobierno impulsará la democracia en todos sus sentidos.
Así pues, René Valdiviezo al hablar de la democracia y el desarrollo regional en México, comenta:
- Estamos llegando apenas a unos 35 años de que en nuestro país las elecciones empezaron a tener sentido para la población. Se puede afirmar que antes de esto solamente eran un rito cíclico que servía para legitimar gobiernos y a un régimen que cada vez se gastaba más y dejaba de ser base de la estabilidad y desarrollo mexicano.
Fueron los primeros años de la década de los años 80 cuando en varias partes del país, la oposición comenzaba a tener un papel relevante en el quehacer electoral y es hacia mediados de esa década cuando, como resultado de una participación social muy importante, se enfrenta al PRI y a su aparato en las históricas elecciones de 1986 en Chihuahua.[1]
Lo importante de este tipo de elecciones, no era aún su resultado, sino que nos encontrábamos frente a situaciones inéditas en el país en los tiempos recientes, en donde la población se decidía a tomar en sus manos las elecciones y a enfrentar los diversos aparatos electorales, la mayoría de las veces, muy fraudulentos.
Hubo, en relación a esos procesos electorales, quienes afirmaron que ese nuevo auge de participación electoral iba a ser efímero, pues los fraudes acabarían por volver a alejar a la población de las urnas y el control del aparato electoral sería fácil.
Nada más falso y 10 años después estamos viviendo una situación bastante plural en México, en diversos ámbitos del poder y de la representación, sin que por ello podamos considerar que la tarea democrática está concluida.
Esta situación posibilitó el renacimiento de las regiones en el país, fuera de los esquemas y decisiones centralistas, así como la revaloración de lo local frente a lo nacional, en plenos tiempos de la globalización.
Para esta tarea inmediata queda poco tiempo, pero queda, espero, mucho interés y capacidad en el país, acaba diciendo el autor.
POR GILDA MONTAÑO