Luchas olvidadas�
Pedro Chuayffet�
�Los�mexicanos�hemos�esperado�por�d�cadas�de�la�voluntad�pol�tica necesaria�para dejar de ver el servicio p�blico como la persecuci�n de poder y sea percibido�como lo que es: el uso de las instituciones para el�bienestar�de�la�gente.�Hemos�observado la lucha de grupos pol�ticos por imponerse y gobernar, pero siempre termina destinado el servicio p�blico a esa lucha y no a la de generar igualdad y garantizar justicia. La mayor�a de la clase pol�tica ha olvidado la naturaleza de su�oficio�y�en�la enajenaci�n de pretender acumular han dejado en el desamparo a millones de mexicanos sin oportunidades por un Estado alejado a la realidad social. La pol�tica se desarrolla muy distante de las necesidades del pueblo�mexicano.�
Hoy por hoy, dif�cilmente encontramos actores capaces de utilizar el poder pol�tico para lo justo, para lo necesario. Nadie lucha por democratizar el derecho a la educaci�n de calidad, ante un indignante contexto�dentro�del�cual��nicamente�quien paga accede a una buena formaci�n; m�s pol�ticos deben luchar para que la educaci�n p�blica de calidad sea un derecho universal y deje de ser un privilegio. Tampoco hay quien busque la paz para M�xico, pues la mayor�a reparte responsabilidades ante la descomposici�n del tejido social y la constante inseguridad. Pr�cticamente nadie se preocupa por el combate a la pobreza y la generaci�n de v�as para el desarrollo, pero�si�hay intenciones de acrecentar las redes asistencialistas para generar esquemas con los cuales se lucra con la necesidad en tiempos electorales.�
Mucho�menos�hay�un�genuino�esfuerzo�por�darle a los mexicanos dignidad en�su�sistema�de�salubridad,�brind�ndole�a�m�dicos�y personal sanitario las armas necesarias para atender con eficacia a los enfermos del pa�s.�
Toda consigna justa qued� fuera del debate pol�tico y �nicamente se llen� de disputas fugaces para defender o atacar a quien gobierna. Se desterr� la genuina b�squeda de un pa�s mejor para perseguir, desesperadamente, la acumulaci�n de poder y dinero para prosperar en lo individual a costa de la pol�tica. No se ejercen los cargos con patriotismo, se manipulan�para�ascender dentro de un esquema totalmente desentendido del pueblo al cual�se�acercan �nicamente en tiempos de ganar adeptos para las pr�ximas elecciones. La pol�tica mexicana debe cambiar para reivindicar a los olvidados, tiene que reformarse para servir a las mayor�as y dejar de ser un ejercicio cupular.�Como�sociedad�debemos�de�encontrar�la�forma�de hacernos presentes para evitar que las instituciones obligadas a representar y proteger los intereses de los mexicanos defiendan y vean por las prioridades de quienes las�dirigen.�