En comparaci�n con el a�o pasado que no se vendi� nada, este 2021 la venta de palmas para el Domingo de Ramos se mantuvo, pese a que los templos religiosos permanecer�n cerrados, el art�culo se ha vendido y muchas personas lo colocar�n en casa y escuchar�n la celebraci�n a la distancia.
Don Felipe y Abrahan provenientes de Zumpahuac�n, llegaron desde el jueves pasado al mercado de las flores de Tenancingo para vender las palmas, calcularon que a diario han vendido m�s de 200 piezas, pedidos grandes y peque�os, los precios var�an pero el m�s vendido se los han pagado en 15 pesos.
Abraham Celestino Villalva, cont� que la palma se da en el monte y salen con una semana de anticipaci�n para recolectar la que utilizar�n en los tradicionales ramos.
Las jornadas se prolongan desde la madrugada hasta antes del mediod�a para que el calor “no los alcance”, porque el material se puede marchitar y ya no se puede trabajar.
El se�or Felipe Medina Rosales, del Barrio de la Asunci�n en Zumpahuac�n, mencion� que desde que era peque�o aprendi� a tejer los ramos, sus abuelos iniciaron con la tradici�n y cada a�o dedican algunos d�as para abastecer la demanda del art�culo para el Domingo de Ramos.
Sentado da forma al ramo echo a base de palma, sus manos ya tienen pr�ctica, elabora una pieza en menos de 10 minutos “ya tiene callo”, dijo. Lo hace r�pido pero tiene cuidado, destac� que la palma tiene espinas, puede lastimar los brazos y los dedos por eso, no toda la gente hace este tipo de ramos.
“Los abanicos tienen sierrita, nacen en pleno monte donde hay serpientes, no es tan sencillo ir a recolectarlas. Es una tradici�n que se va heredando de generaci�n en generaci�n y nos da ingresos que son bien recibidos”, mencion�.
El tambi�n vendedor de gladiola, record� que este tipo de ramos se utiliza para colocar en las casas, autos, los negocios es un s�mbolo de protecci�n para las familias.
Record� que con el paso de los a�os, la tradici�n ha disminuido, los j�venes ya no est�n interesados en colocar los ramos de palma, sin embargo, la tradici�n se niega a desaparecer.
Laura Vel�squez