Una de las limitantes para que la población mexicana inicie el tratamiento es la condición económica, porque es un tratamiento caro, siendo que oscila entre los 17 y 27 mil pesos por semana, señala especialista de la Unidad de Hemodiálisis, SERME Zumpango, quien brinda su opinión desde el punto de vista particular.
Al hablar sobre los casos de pacientes con degeneración paulatina de riñones, presentados en la clínica SERME de hemodiálisis, ubicada en el municipio de Zumpango, que atiende casos de este padecimiento denominada Insuficiencia Renal Crónica (IRC) en etapa cinco, el nefrólogo Martín Vega señala, que los índices no son precisos, sin embargo, varios casos de la región son atendidos, y otros sólo llegan a la atención de un internista por el factor económico.
Indica que la población mexicana no está preparada para un abordaje multidisciplinario que atienda la enfermedad, siendo que el tratamiento inicia con el especialista con costos por consulta de 750 a mil pesos, dependiendo de la zona, posteriormente si es necesario que el paciente inicie terapia de sustitución, entendiendo que llegan con el nefrólogo porque ya tienen urgencia y su vida está en riesgo, el costo es aún mayor.
Si el paciente se somete a la colocación de catéter, que puede ser temporal con costo de entre 10 a 15 mil pesos, mientras el catéter semipermanente es de 13 y 20 mil pesos, en cuanto a la hemodiálisis que tienen la finalidad de restablecer la salud del paciente son comercializadas por sesión y estas cuestan mil 400 a 2 mil pesos, este monto sumando del proceso, se le aumentan los medicamentos.
El especialista comenta que ante el presupuesto señalado y considerando el salario mínimo en el país, resume que la mayoría de los pacientes fallecen, “este tratamiento no funciona en México para la restablecer la salud del paciente, solamente para quienes su condición económica lo permite”.
Menciona que los sistemas de salud se encuentran saturados, el IMSS tiene más del 60 por ciento de los enfermos renales y para esta institución representa un costo altísimo, que termina en análisis financiero, lo que pone al paciente en espera, hasta que el sistema dicte el tratamiento, retrasando también la atención con un cuadro básico de medicamentos, eso sin tomar en cuenta el desabasto.
Acela Montaño