Las campañas sí importan
El inicio del proceso electoral federal del 2024 en México es un hecho histórico porque vamos a elegir (lo real) por primera vez a una presidenta mujer. Sin embargo, se ve empañado por cuestionamientos sobre la utilidad y el costo de las campañas electorales en un contexto donde las encuestas -algunas con poca credibilidad- reflejan una diferencia abismal de hasta 2 a 1 a favor de Claudia Sheinbaum.
Según datos recopilados por diferentes encuestas, Sheinbaum lidera las preferencias electorales con un promedio del 60%, casi el doble de su más cercana contrincante, Xóchitl Gálvez, de la alianza PAN-PRI-PRD.
Desde su confirmación como candidata de la Cuarta Transformación en septiembre de 2023, Sheinbaum ha mantenido una posición sólida y constante como favorita, con cifras fluctuantes entre el 60 y el 65%.
Por otro lado, Gálvez registra un promedio en la intención del voto del 34%, muy por encima del tercer lugar, pero aún alejada de Sheinbaum. Desde su designación como candidata presidencial por la oposición, los números de Gálvez se han mantenido entre el 30 y 35%.
En MC, y tras la salida de Samuel García como candidato presidencial, la intención del voto cayó del 8% al 5% con la entrada de Álvarez Máynez.
¿Qué sentido tienen entonces estas campañas si el resultado parece estar casi definido desde el principio?
Algunos podrían argumentar que se trata de un derroche de recursos que podrían emplearse en asuntos más apremiantes para el país. Sin embargo, es esencial recordar que las campañas electorales importan, y mucho.
Es cierto que presenciar 90 días de spots, espectaculares, bardas y anuncios espectaculares saturados con el rostro de las candidatas y el candidato, puede parecer tedioso. Pero debemos recordar que la democracia no se trata solo de conocer el ganador final, sino de involucrar a la población en el proceso político y fomentar el debate de ideas y propuestas.
¿Qué podría cambiar entonces en 90 días de campaña que altere el curso predecible de las cosas? Este periodo ofrece la oportunidad de profundizar en los programas y proyectos de cada candidata, de analizar sus posturas sobre temas cruciales para el país y de evaluar su capacidad de liderazgo y gestión. Además, puede brindar la posibilidad de que surjan nuevos actores políticos o que se den cambios significativos en la opinión pública debido a eventos inesperados o a la propia dinámica del proceso electoral.
Por tanto, aunque pueda parecer que el resultado ya está escrito, la campaña electoral es una etapa fundamental para fortalecer la democracia y garantizar que la ciudadanía esté informada y participe activamente en la elección de sus representantes.
Como la canción de José José, “ya lo pasado, pasado” … a partir de hoy debemos considerar un nuevo tablero de ajedrez en donde cada día se mueven las piezas y se afecta el resultado final … pronto lo veremos.
Por Eulises Cano