Los diputados Maurilio Hern�ndez Gonz�lez y Nazario Guti�rrez Mart�nez, presidentes de la Junta de Coordinaci�n Pol�tica (Jucopo) y de la Directiva de la 60 Legislatura mexiquense; Miguel S�mano Peralta y Omar Ortega �lvarez, vicepresidente y vocal de la Jucopo, respectivamente, inauguraron la ofrenda de D�a de Muertos en el Palacio Legislativo.
Maurilio Hern�ndez record� que la ofrenda se coloca desde la Legislatura n�mero 53 (1997-2000), y explic� que se trata de una pr�ctica significativa de un pueblo con tradiciones profundas en esp�ritu y cosmovisi�n, la cual es resultado de la forma de ver la vida de los mexicanos y est� relacionada con el sincretismo, es decir, continu�, �con la combinaci�n de las tradiciones m�s antiguas de nuestro pueblo con las tradiciones religiosas heredadas de la fusi�n de las culturas de las que provenimos�.
Elementos de la ofrenda
El diputado reconoci� la colaboraci�n en el montaje del altar del personal de los departamentos de Comedor y de Mantenimiento, as� como de la Unidad de Eventos Especiales, dependientes de la Direcci�n de Recursos Materiales de la Secretar�a de Administraci�n y Finanzas del Poder Legislativo.
En el altar se colocaron platillos, como mole poblano con arroz, adem�s de pan de muerto, mandarinas, naranjas, ca�as, cacahuates, camotes, pl�tanos y j�camas. Lo adorna un tapete de dos metros de ancho por tres de largo, elaborado con semillas, elemento que representa la fertilidad de la tierra.
Seg�n la tradici�n, la luz de las veladoras gu�a a las �nimas para que lleguen a sus antiguos lugares y alumbra el regreso a su morada; las flores son s�mbolo de la festividad por sus colores y aromas; el copal se utiliza para limpiar el lugar de los malos esp�ritus, para que los difuntos entren a casa sin peligro, mientras que el perrito izcuintle �o xoloitzcuintle�, ayuda a las almas a cruzar el caudaloso r�o que es el �ltimo paso para llegar al inframundo.
Estar cerca de los muertos
Para los mexicanos ofrendar es estar cerca de los muertos para dialogar con su recuerdo y con su vida; reencontrarse con un ritual que convoca a la memoria, es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas y la gastronom�a que fue de su agrado.