Pintor por vocación, Carlos Reyes de la Cruz atribuye a su talento una necesidad por mostrar la riqueza visual fantástica de las cosas comunes, “somos una especie de cronistas de nuestro tiempo de ahí la responsabilidad de ser sinceros con nosotros y los demás”, comenta el artista gráfico de 52 años de edad, originario de Tecámac, Estado de México.
El resultado de muchos años de aprendizaje, cerca de reconocidos pintores, le dió un estilo realista, donde transmite un lenguaje que expresa la ilusión paralela a la realidad, generalmente hace series para conformar un diálogo que conforme historias.
“Amo mi trabajo y me siento en libertad de poder crear un mundo paralelo al real, quiero que mi obra llegué a más lugares y a través de ella puedan observar qué también en las cosas simples podemos encontrar belleza y reflexión”.
Desde muy pequeño, a Carlos le llamo la atención el dibujo, pensó en iniciar estudios de arte, más las opiniones encontradas de su padre lo impidieron, al enfermar se vio en la necesidad de dejar sus estudios de bachillerato para trabajar.
Con su habilidad para dibujar e inspirado en un dibujante de feria, surgió el interés de hacer retratos para ganar dinero, su pasión por el arte lo puso alrededor de gente del medio con la que inició como ayudante, a la edad de 19 años fue auxiliar de pintor de galería, posteriormente hizo escenografías para obras de teatro y decoración.
El artista mexiquense no se considera autodidacta, él reconoce que aprendió de los grandes, al paso de los años tomó cursos en academia con el maestro Francisco Soriano, ahí aprendió técnicas tradicionales para dar orden a su trabajo.
Inmerso en talleres de arte gráfico, hubo artistas que influyeron en su estilo, el dibujante comenta que aprendió de los pintores realistas, Javier Gómez Pizano y su hermano Saúl Gómez Pizano, a través de ellos conoció al escultor Antonio Nava, Javier Roldán y Fernando Correa, arista con mucha obra y vínculo para participar en el periódico Excélsior.
Colaboró algunos años en la sección cultural el Búho junto a René Avilés Favila y algunas revistas culturales como El Universo del Búho, él daba sello distinguido al periodismo cultural, ilustrando los artículos de escritores como Martha Chapa, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, con propuestas en tinta y lápiz.
Aprendió a plasmar ideas entre grandes, maestros de la generación de la Ruptura, técnica que consiste en poner grandes plastas de pintura encima de otras para crear un efecto de profundidad del arte abstracto, esa es la escuela con la que se inició.
Actualmente dedicado a la obra gráfica, Carlos, reconoce la obra de Antonio Nava, personaje que considera su padrino de arte, le ayudó a descubrir la riqueza visual de las cosas comunes, porque en un inició realizaba cosas sin sentido, dice.
Bajo la instrucción de este artista gráfico comenzó a plasmar el ambiente, lo enseño a observar, el maestro le insistía, “todo está ahí”, el pintor comenta que, esta etapa de su carrera le definió su estilo, “como diría García Márquez, uno crece y descubre la nostalgia”. Comenta.
Dedicado a su obra, también comparte clases privadas en la CDMX, ha sido contratado por artistas de televisión, como Adal Ramones y Adrián Uribe, en el municipio uno de sus trabajos se encuentra en el edificio de Seguridad Pública donde pintó un cielo en el atardecer.
También ha sido reconocido con la Presea al Mérito Artístico de Letras y Cultural en 2019, el pintor menciona que en sus obras busca mostrar que hay riqueza a su alrededor, en un pequeño trozo de varilla oxidada o una piedra, en una madera o pedazo de caucho; cosas simples en las que encuentra poesía para sus cuadros.
Acela Montaño