Antonio Espinoza
En El segundo sexo, el libro cl�sico sobre la mujer, el vadem�cum del feminismo, la escritora francesa Simone de Beauvoir se�ala que los hombres y las mujeres no han compartido el mundo en forma equitativa: �La historia nos muestra que los hombres han tenido siempre todos los poderes concretos; desde los comienzos del patriarcado han juzgado �til mantener a la mujer en un estado de dependencia; sus c�digos han sido establecidos contra ella y de ese modo ha sido convertida concretamente en el Otro� (El segundo sexo. 1.Los hechos y los mitos, M�xico, Ediciones Siglo Veinte, 1989, p. 185). En efecto, desde los comienzos del patriarcado, en pr�cticamente todas las civilizaciones, la opresi�n sobre la mujer ha sido constante. Considerada el Otro, un ser d�bil, inferior por naturaleza e incapaz de acto creativo alguno, necesario tan s�lo en la medida que afirma el poder masculino, la mujer fue relegada a un segundo plano y colocada en una situaci�n de sumisi�n humillante.
En un mundo dominado por los hombres, la mujer ha tenido muy pocas oportunidades para demostrar su creatividad y su talento. Por eso el arte, la ciencia, la filosof�a, la literatura, la m�sica, los descubrimientos, los grandes inventos y hasta los hechos b�licos (conquistas, guerras, rebeliones, revoluciones) son fundamentalmente obra masculina. El pensamiento occidental es una tradici�n marcadamente masculina, en la medida en que quienes lo producen y lo consumen son, en su mayor�a, hombres. La literatura femenina, por ejemplo, se inici� en la antigua Grecia con una poetisa l�rica de altos vuelos, Safo de Lesbos, �pero tuvo que esperar 25 siglos para convertirse en algo cotidiano! Fue s�lo a partir de la escritora brit�nica Jane Austen (1775-1817), quien escribi� sus primeras novelas a fines del siglo XVIII, cuando la literatura femenina comenz� a extenderse.
Algo parecido sucedi� en las artes pl�sticas. El arte creado por mujeres tambi�n tard� mucho tiempo en aparecer. Es cierto que hubo mujeres artistas en la Antig�edad, pero los datos que sobre ellas nos ofrece el naturalista y escritor latino Plinio el Viejo en el libro XXXV de su Historia Natural, son m�nimos. La verdad es que las primeras artistas de la historia, cuya existencia est� avalada con documentos, datos precisos y obras firmadas, surgieron en el siglo XVI. Varias de ellas, por cierto, fueron incluidas en la segunda edici�n de las Vite (1568), la obra monumental del arquitecto, pintor e historiador italiano Giorgio Vasari (1511-1574). Aquellas mujeres asumieron plenamente su vocaci�n art�stica, con todos los riesgos que implicaba. La obra c�lebre de Vasari, publicada por primera vez en 1550, propuso una historia del arte centrada en las vidas de los artistas; biograf�as embellecidas con elogios desmedidos, juicios exagerados y leyendas que buscaban engrandecer la figura de los creadores (Las vidas de los m�s excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, desde Cimabue a nuestros tiempos, Madrid, C�tedra, 2002).
La escultora bolo�esa Properzia de�Rossi (1490-1530) fue la primera artista que desafi� abiertamente el monopolio masculino del arte. A ella siguieron pintoras como la cremonesa Sofonisba Anguissola, la bolo�esa Lavinia Fontana, la veneciana Marieta Robusti y las flamencas Caterina van Hemessen y Levina Terlinc, quienes destacaron en la segunda mitad del siglo XVI. La Anguissola y la Fontana vivieron parte del XVII (la primera muri� en 1625, la segunda en 1614). Otra pintora, la triestina Fede Galicia, nacida en 1578, inici� su carrera a fines de ese siglo y permaneci� activa tres d�cadas de la siguiente (muri� en 1630). La romana Artemisia Gentileschi, la holandesa Judith Leyster, la bolo�esa Elizabetta Sirani y la flamenca Clara Peeters, por su parte, realizaron su obra pict�rica ya completamente en la �ltima centuria. El libro m�s completo sobre el tema de las mujeres artistas es el de Whitney Chadwick: Mujer, arte y sociedad (Singapur, Ediciones Destino, 1992).
Poco a poco fueron apareciendo m�s y m�s artistas mujeres. En el siglo XVIII destacaron Rosalba Carriera, Angelica Kauffmann, Elisabeth-Louise Vig�e-Lebrun, Ad�laide Labille-Gu�ard, Marie Loir y Anna Vallayer-Coster. En el siglo XIX hubo autoras tan notables como Rosa Bonheur, Elizabeth Thompson, Mary Cassatt, Berthe Morisot y Camille Claudel. En el siglo XX la situaci�n de la mujer cambi� radicalmente. El feminismo, cuyos antecedentes se encuentran en la Ilustraci�n y en diversas doctrinas socialistas del siglo XIX, se extendi� por todo el mundo y adquiri� dimensiones extraordinarias. Entre otras cosas, el siglo pasado ser� recordado por la gran revoluci�n femenina que dot� a la mujer de los derechos que durante mucho tiempo el hombre le neg� y por haber conseguido libertades otrora impensables. En el arte tambi�n hubo una revoluci�n femenina. Si durante mucho tiempo la mujer artista fue una excepci�n, en el siglo XX ya no lo era. El arte de esa centuria no podr�a entenderse sin la presencia activa de la mujer. La fuerza creadora femenina termin� por imponerse con autoras de la talla de Tarsila do Amaral, Louise Bourgeois, Helen Frankenthaler, Lee Krasner, Tamara de Lempicka, Georgia O’Keeffe y Niki de Saint-Phalle, entre muchas otras.
En nuestro pa�s las primeras mujeres artistas surgieron hasta el siglo XIX. Algunas se�oritas de sociedad tomaban clases particulares con pintores tan prestigiados como Pelegr�n Clav�, Germ�n Gedovius, Felipe Santiago Guti�rrez, Jos� Salom� Pina y Jos� Mar�a Velasco. No tard� mucho la Academia de San Carlos en abrir sus puertas a las mujeres, aunque no pod�an cursar todas las materias (les estaba vedado especialmente el curso de desnudo). En la antolog�a realizada por Ida Rodr�guez Prampolini: La cr�tica de arte en M�xico en el siglo XIX (M�xico, UNAM, 1964), se mencionan 85 nombres de mujeres en las exposiciones que se presentaban en la Academia de San Carlos, luego llamada Escuela Nacional de Bellas Artes. En la antolog�a llama la atenci�n un texto de una militante feminista, Leopolda Gasso y Vidal, quien se pronunci� por la �emancipaci�n de la mujer� y por la necesidad de que cultivara su intelecto a trav�s de la pintura. De las pintoras mexicanas decimon�nicas, destacan Matilde Z��iga y las hermanas Josefa y Juliana Sanrom�n. En el siglo XX, como en todo el mundo, la situaci�n de la mujer cambi� radicalmente y surgieron autoras tan destacadas como Rosario Cabrera, Frida Kahlo, Mar�a Izquierdo, Olga Costa, Cordelia Urueta, Helen Escobedo y Lilia Carrillo, despu�s de las cuales han seguido muchas y muchas m�s.