EDUCACIÓN, DERECHO FUNDAMENTAL SOJUZGADO
Hace exactamente 75 años -tres cuartos de siglo- el 10 de diciembre de 1948, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) expidió la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en un intento por conformar un catálogo básico de estas más de setenta prerrogativas universales entre los países miembros de la comunidad internacional, que pudiera en lo general e individual hacerse vinculante y por ende exigible entre ellos; muchos de ellos -hay que decirlo- ya estaban postulados, aunque levemente garantizados -también debe ser anotado- por la entonces vanguardista Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), emanada del movimiento revolucionario de 1910.
Dentro de sus postulados, esta declaración universal en su artículo 26 proclama el derecho a la educación, que deberá tener por objeto “el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”.
En concordancia, el articulo 3° de nuestro código fundamental postula la universalidad de la educación, la obligatoriedad de la educación básica (primaria, secundaria y preuniversitaria) y como garantía, la responsabilidad del poder público del Estado para tener a su cargo su rectoría y la prioridad del interés superior de los menores en el acceso, permanencia y participación de ellos en los servicios educativos. En su fracción IX establece un Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, precisamente para incrementar su calidad de manera permanente.
Dentro de los compromisos contraídos en el ámbito internacional, México ha suscrito diversos instrumentos internacionales, entre los que se encuentra uno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) referente a la aplicación del Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes, por sus siglas en inglés “PISA”, que consiste en un examen estandarizado a nivel mundial para medir en general la calidad de los sistemas educativos y en particular la capacidad de los alumnos de 15 años para utilizar en la vida real sus conocimientos y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias.
En la más reciente evaluación de 2022, que por cierto se aplicó con retraso por la pandemia de COVID, nuestro país ocupó en esta prueba el lugar 58 de 81, obteniendo un puntaje promedio de 407, por lo que reprobó en los tres rubros mencionados, ocupando el nivel más bajo entre los países miembros de la OCDE, solo después de Costa Rica y Colombia y cayendo drásticamente respecto de las evaluaciones posteriores a 2018: en matemáticas y lectura, México quedó en antepenúltimo lugar y en ciencias en último, muchos puntos abajo respecto de la evaluación más reciente de 2018, lo que significa un retroceso significativo de 15 años.
El descenso no es solo atribuible al a pandemia. En general los menores tienen más ansiedad, estrés por la inseguridad dentro y fuera de las aulas; además de que se distraen mucho con sus dispositivos como teléfonos inteligentes, tablets y notebooks, además de menos atención a su aprovechamiento por parte de los padres. Pero también la política pública ha tenido que ver mucho con esta triste caída: el cierre indiscriminado y falta de mantenimiento de escuelas; falta de acompañamiento durante el encierro; la anulación de la reforma educativa y las concesiones regresivas a los sindicatos; la eliminación del servicio profesional docente; la centralización de decisiones en el sector; los libros de texto hechos sobre las rodillas y con alta carga ideológica; en fin, la ausencia de una estrategia integral en la materia.
Ante tal escenario no hay justificación que valga. Eludir la responsabilidad es una pésima respuesta. Los argumentos esgrimidos por quienes se encargan del tema en el ejecutivo federal, omitiendo la obligación constitucional señalada al principio, es realmente insostenible, más aún pasados 5 años en donde se pudieron tomar medidas concretas para elevar el nivel de aprovechamiento de los alumnos comparativamente con el que tenían en 2018. Según las autoridades toda la responsabilidad sobre la situación del sistema educativo es de todos, menos de ellos; sin mirarse al espejo, viendo por el retrovisor, solo ha provocado este resultado que llevará tiempo revertir…
Por Jose Ramon Gonzalez Chavez