Omar Chávez, alejado de las adicciones y enfocado en sus entrenamientos, se ha dado una oportunidad más para probar si su talento es aspirante a trascender en el boxeo profesional.
Y es que luego de dos descalabros en fila, y de tal vez mostrar una cara, contraria a lo que dicta la disciplina de este deporte, el hijo de Julio César Chávez González, púgil histórico, acepta que se la ha pensado en ya mejor colgar los guantes, aunque también está esa espina que lo motiva a intentarlo de nuevo.
Llevar el apellido del, para muchos, más grande boxeador en la historia de este país, ha sido una losa, y también ha cargado con esas voces que insisten con que ha pisoteado el nombre, y Omar, consciente de aquellos comentarios, lanza que siempre ha manejado su trayectoria con un rumbo propio.
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