Martha Gonz�lez Aguilera�
Muy interesante la campa�a de poner cubrebocas a los monumentos en Toluca para convencer a los ciudadanos de la necesidad de usar cubrebocas como medida para evitar contagios de COVID-19, se trata de un asunto de inter�s p�blico en el que no s�lo cuidamos de nosotros y nuestras familias, sino del conjunto social en general.
En esta ciudad, desde la semana pasada, empiezan a estabilizarse las cifras y, de seguir a este ritmo, en unos quince d�as podr�amos ver el inicio de una disminuci�n. Eso nos dijeron las autoridades estatales de salud, por eso se espera que para el viernes el gobernador Alfredo del Mazo pueda anunciar la transici�n de la entidad al Sem�foro Rojo.
El problema es que mientras no haya una vacuna contra este virus, no habr� seguridad en espacios p�blicos, de manera que tendremos que mantener las medidas sanitarias y ah�, el cubrebocas juega un papel fundamental.
En ese contexto, la obligatoriedad de su uso, la determinaci�n de sanciones m�s multa, las campa�as creativas, todo vale y es plausible.
Sin embargo, para M�xico, hasta la pandemia es un tema matizado por la tremenda desigualdad social que en todos los espacios nos afecta.
Para algunos, la negativa a usar cubrebocas es cosa de incomodidad o rebeld�a, un lujo que pueden darse por que simplemente as� lo deciden. Ya les tocar� enfrentar sanciones si insisten en la indolencia.
Para otros, es una disyuntiva entre cuidar de la salud o comer ese d�a. Hay en este pa�s -y Toluca no se libra- millones de mexicanos que sobreviven apenas con 50 pesos diarios, un presupuesto que no permite la merma de 25 para un cubrebocas desechable.
Para colmo, estas personas son las que se ven obligadas a salir a diario a buscarse la vida en las peores condiciones, est�n expuestos y nos arriesgan a todos.
Por eso, estar�a bueno sumar a los otros esfuerzos una campa�a para obsequiar cubrebocas entre estos sectores.
Lo mismo podr�amos decir del gobierno estatal, y el federal. Si regalan condones, podr�an hacerlo con estas herramientas que se volver�n fundamentales en los meses por venir.
Hay que recordar que si no nos protegemos los unos a los otros, todos podr�amos sufrir las consecuencias por igual. Esta pandemia no entiende de clases sociales.
De verdad, es tiempo de solidaridad, porque en ello nos va la vida a todos y los ayuntamientos podr�an empezar a dar la muestra.