Antonio Espinoza
Lo recuerdo muy bien. Faltaba poco para que concluyera el a�o escolar y organizamos una fiesta. Fue en junio de 1982. Todos �ramos j�venes estudiantes de la Preparatoria 2 �Erasmo Castellanos Quinto�, ubicada en Av. Churubusco y Av. Canal de Tezontle. La fiesta fue en casa de Roberto, que estaba muy cerca de la Prepa. Bailamos, botaneamos, nos tomamos unas cubas, nos divertimos mucho. Concluida la fiesta, a eso de las 11 de la noche, salimos de la casa los �ltimos convidados: Florencio, Jes�s, Ra�l, Rolando, Flor, Roberto y yo. La idea era llevar a la chava a su casa�para despu�s decidir a d�nde ir. En ese momento no pod�amos imaginar lo que iba a pasar. Caminamos a lo largo de varias cuadras de Tezontle, dimos vuelta en la calle donde se ubicaba la casa de Flor y la dejamos. Caminamos de regreso por donde llegamos y justo en la esquina de Tezontle y la calle se�alada, se par� de repente una patrulla. Los dos polic�as bajaron del auto y nos empezaron a cuestionar sobre nuestra presencia en la calle a esas horas de la noche. Lleg� otra patrulla con dos polic�as m�s e iniciaron las agresiones verbales y los forcejeos pues los guardianes de la ley quer�an subirnos a las patrullas, despu�s de descubrir que Roberto portaba una pistola.
Nadie de nosotros sab�a que Roberto iba armado. Hasta ese momento nos enteramos que nuestro compa�ero, antes de que sali�ramos de su casa, tom� el arma que era propiedad de su pap�no sabemos para qu�. El problema es que la maldita pistola fue nuestra perdici�n. Florencio, Ra�l, Rolando, Roberto y yo, fuimos trasladados a la UPC Tlacotal, cerca de la Delegaci�n Iztacalco (Jes�s se salv� porque se escondi� detr�s de un coche y no lo vieron los polic�as). Ah� los polic�as nos �entregaron� a dos agentes judiciales (nunca se me van a olvidar sus apodos: el �Chino� y el �Japon�s�), quienes nos trasladaron a Tlaxcoaque. Acusados de ser una banda de rateros, pasamos tres d�as en una celda, conviviendo con otros muchos detenidos. Nunca se nos present� ante un juez ni fuimos acusados formalmente. El sistema de justicia del M�xico de entonces (fines del sexenio de Jos� L�pez Portillo) era un desastre, como lo sigue siendo cuarenta a�os despu�s. Todo termin� luego de que los judiciales extorsionaron a nuestras familias, que tuvieron que pagar cada una 1200 pesos para que nos dejaran en libertad y sin antecedentes penales.
Traigo a cuento mi aventura carcelaria, porque en el nuevo largometraje de Alonso Ruizpalacios (Una pel�cula de polic�as), el actor Ra�l Briones confiesa en un momento que la polic�a le daba miedo. Al o�r eso, me acord� de un pasaje de La noche de Tlatelolco (1971), el libro de Elena Poniatowska sobre el movimiento estudiantil de 1968. Ah� la escritora reproduce una noticia aparecida en el peri�dico Exc�lsior del 18 de noviembre de ese a�o: �Un estudiante de 19 a�os de edad �Luis Gonz�lez S�nchez- perdi� la vida a manos de un polic�a, el 17 de noviembre de 1968, por el delito de ser sorprendido pintando propaganda del Movimiento en una pared, cerca del Perif�rico�. S�, hubo una �poca en la que la polic�a era temible. Hoy tambi�n puede ser temible (los abusos policiales en este pa�s son de todos los d�as), pero hay que explicar esto a partir de la tragedia que significa ser polic�a en este pa�s. Nuestros polic�as no lo son por vocaci�n, sino porque fue el �nico trabajo que pudieron conseguir y porque los requisitos son m�nimos. Con un salario miserable, mal preparados, sin capacitaci�n en materia de leyes y derechos humanos, sin un entrenamiento s�lido para enfrentar a la delincuencia, nuestros pobres polic�as arriesgan la vida todos los d�as y nadie se preocupa por ellos.
Alonso Ruizpalacios (Ciudad de M�xico, 1978), director de G�eros (2014) y Museo (2018), concibi� su tercer largometraje como un experimento que busca revelar a un tiempo la cara humana y la cara oscura de la polic�a. Estrenada el 5 de noviembre en Netflix, Una pel�cula de polic�as cuenta la historia de dos polic�as mexicanos, un hombre y una mujer, que se enamoraron y se convirtieron en pareja: Teresa Hern�ndez Ca�as y Jos� de Jes�s Rodr�guez Hern�ndez, alias Montoya. Los polic�as enamorados son interpretados, respectivamente, por la actriz M�nica del Carmen y por el actor Ra�l Briones. Como ha dicho Ruizpalacios, el gui�n fue escrito a partir de las entrevistas que realiz� a Teresa y Montoya en 2018. Mientras trabajaba en el gui�n, pidi� a los actores que se inscribieran en alguna academia de polic�a para conocer la formaci�n de los polic�as. As� lo hicieron, iniciaron su capacitaci�n polic�aca sin saber a qui�n iban a interpretar. Fue hasta el �ltimo momento, antes de filmar la parte ficcionalizada de la pel�cula, que los actores conocieron a Teresa y Montoya.
Una pel�cula de polic�as es un producto deliberadamente h�brido: entre documental y pel�cula, mezcla audazmente ficci�n y realidad. Estamos ante una tragicomedia que gira en torno a la relaci�n entre Teresa y Montoya, quienes interpretados por M�nica del Carmen y Ra�l Briones, nos cuentan que se conocieron, se enamoraron y decidieron vivir juntos, pero tambi�n nos hablan de sus frustraciones y sus pesares, derivados de la problem�tica que implica su trabajo como polic�as. Lo m�s interesante es que en un momento los t�rtolos de la �patrulla del amor� aparecen en persona para echar rollo; lo mismo que los actores, ya despojados de su papel como polic�as, compartiendo su experiencia en la academia de polic�a (una suerte de �detr�s de c�maras�). De esta manera, se empalman el documental sobre los dos polic�as enamorados y el documental sobre los dos actores aprendiendo a ser polic�as.
El �entrenamiento� de los actores en la Academia de Polic�a de Ciudad Nezahualc�yotl, Estado de M�xico, es uno de los pasajes m�s reveladores de la pel�cula. Cuesta trabajo creer, por ejemplo, en la sesi�n de tiro al blanco��sobre siluetas dibujadas por los mismos polic�as sobre papel y cart�n! Las revelaciones, en boca de Teresa y Montoya, bien pueden ser denuncias: sobornos a altos mandos para tener un mejor chaleco antibalas o una mejor patrulla, complicidad entre polic�as y delincuentes. Junto a los momentos chuscos, hay tambi�n momentos conmovedores, como el del inicio de la pel�cula, en el que Teresa, sin ning�n tipo de preparaci�n, ayuda a una mujer embarazada a parir. Teresa, por cierto, ser� objeto en un momento de violencia racista por parte de un empresario que ha llenado con motocicletas un espacio p�blico: ��pinche india!�. Esto y m�s tienen que soportar nuestros polic�as todos los d�as. Lo m�s chistoso es que cuando muere un polic�a en �cumplimiento de su deber�, se organiza una ceremonia, a la que asisten sus compa�eros, los altos mandos polic�acos, el jefe de gobierno y otros funcionarios, para hablar del �valor� y las dem�s virtudes del difunto. Si est� casado, se le promete una pensi�n de por vida a la viuda y becas para sus hijos. Lo �nico que no se dice en esos eventos es que al pobre polic�a lo mataron porque no ten�a la m�s remota idea de c�mo enfrentar a los delincuentes.