Festejos
Esta semana y las venideras, Toluca estará en el centro de atención, mucho más allá de la entidad.
Y es que para el Festival Hell and Heaven se espera la afluencia de cerca de 200 mil personas, visitas del mundo entero, por el tipo de espectáculos que se ofrecen.
Además, tenemos la Filem 2023, que se considera atrae más o menos 60 mil personas con la magnífica oferta cultural que ofrece. El cartel de este año es muy interesante.
Hablamos de una cantidad enorme de visitantes que significan derrama, turismo, visitas, consumo y renombre.
Además, estas magníficas actividades coinciden con el inicio de la fiesta grande de nuestra capital, La Feria y Festival del Alfeñique, que este año promete ser mejor.
Lo cierto es que nuestra capital está tomando un nuevo aire y deben estarse haciendo cosas bien, cuando se vuelve atractiva para espectáculos como Hell and Heaven que se canceló en Texcoco por falta de seguridad.
Hace unas semanas, no tantas, veíamos con horror cómo se descomponía el panorama en la ciudad, debido a incidentes graves de violencia.
Resultaba preocupante que frente al trabajo intenso del alcalde Raymundo Martínez Carbajal, esos hechos tan lamentables pudieran afectar la imagen de la ciudad, que con mucho trabajo se ha recuperado.
Sin embargo, todo indica que tenemos mucho que festejar y qué cuidar, en el centro del Estado de México.
Ambulantes
Los gobiernos municipales tienen un grave problema común que creció durante la pandemia: el ambulantaje.
Se trata de miles de familias que dependen de estos empleos y era urgente apoyarles, ante el cierre de opciones formales.
El problema es que, con el avance en el control del COVID, mientras con los empresarios formales hubo negociaciones y se acordaron protocolos, el ambulantaje creció sin control por todo el estado.
Todavía es fácil encontrar puestos improvisados en sus propias casas o autos, que ofrecen cualquier cantidad de productos. Mercaditos y tianguis que nacieron al amparo de la necesidad de un día para otro y ahí se quedaron.
Hay de comida, dulces, bolsas, peluches, vaya, la lista es interminable y ahí se topa uno con gente ajena a las grandes mafias del ambulantaje.
Se trata de ciudadanos comunes que no tienen empleo gracias a la pandemia, no les alcanza con el ingreso familiar o encontraron que convenía más esta actividad que un trabajo mal pagado y sin prestaciones sociales.
En México, hoy nadie se puede dar el lujo de rechazar un empleo por no tener seguridad social y muchos han terminado trabajando en las calles.
Ya es necesario hacer un recuento para conocer las condiciones en las que nos quedamos, pero el panorama no es nada alentador, porque estas pésimas condiciones no son producto de la pandemia nada más, ya las traíamos arrastrando.
Por lo pronto, es urgente que los gobiernos municipales hagan su parte y empiecen a poner orden. Será muy difícil erradicarlos, por las razones que sea, pero es ya urgente regularlos. Aguilera