Con el resultado de las elecciones en nuestra entidad, en los que Morena no consiguió la mayoría en el Congreso Local, se esperaba ya que se acabara la luna de miel entre ese partido y el PT, al menos en el Congreso mexiquense. Del amor ni hablamos, porque quizá nunca existió.
Recientemente los del PT anunciaron que planean no ir en alianza con Morena a la elección de gobernador. Es obvio que solo alardean, nunca han sido serios. Sin embargo, pretenden elevarse el precio, tanto para la elección a gobernador como en el Congreso, donde cada voto cuenta.
Todos sabemos que esta unión fue bastante accidentada desde el principio, pues los petistas sintieron que no les cumplieron lo prometido y no tuvieron empacho en hacerlo saber.
Luego, la realidad es que los temas de austeridad no les gustan mucho y ya se preveía que pudiera ser ese el lado flaco de la alianza.
Sin embargo, todo parecía marchar más o menos en orden, hasta que de plano los del PT se han quejado de que sus aliados de Morena los hacen a un lado.
Esas quejas han llevado a la bancada petista incluso a votar en abstención y amenazan con ir en contra.
Luego los petistas han intentado ubicar a su gente en algunas de las posiciones administrativas del Congreso, pero tampoco lo lograron.
Así las cosas, hacia el final de la legislatura y con la cercanía de las elecciones, el PT ya hablaba de revisar su alianza con Morena, pues no le había dado grandes frutos.
Lo interesante es que empiezan a acomodarse las cosas rumbo a la siguiente elección y las simpatías de cada grupo parlamentario encuentran su cauce.
Quien sabe como terminen de organizarse. La realidad es que lo mejor para los mexiquense y la democracia sería que cada diputado vote según su propio análisis y valoración de las propuestas, pero sabemos que el juego no es así.
En todo caso, si Morena pierde al PT el daño es grave, lo que encarece el apoyo de los petistas. ¿Será que Morena esté dispuesto a pagar? En especial cuando no han logrado sumar a otro grupo.