Para Andr�s Manuel L�pez Obrador debe ser muy doloroso vivir estos d�as sin el aplauso del respetable, cosa que disfruta mucho.
A la larga, tal vez el presidente deber�a estar agradecido de que la consulta nos ponga en estas circunstancias, ya que su popularidad se va desilachando de a poco en los tiempos recientes y al menos tiene pretexto.
A lo mejor en la consulta, el presidente se encuentra con que no todo son v�tores y porras.
Lo cierto es que ya le ha tocado enfrentar los desplantes del pueblo bueno que de pronto le recuerda que no es el Mes�as y que nota sus fallas. En especial a la hora de dar apoyo incondicional a las causas de sus familiares y amigos.
En el fondo, aunque parec�a que no fue tan importante, el avance de la oposici�n en elecciones pasadas significa que, por una parte, ya no est� la gente tan convencida de quererlo y, por otra, que sus opositores puede recoger esa cosecha.
Por eso el presidente arremete contra los �conservadores� con m�s furia, contra los �rganos electorales y contra cualquiera que se cruce en su camino.
Arranque triste
En el Estado de M�xico, los que est�n felices por la veda derivada de la consulta son los nuevos alcaldes.
El hecho de que no puedan celebrar ceremonias con eventos grandes debe ser para ellos un alivio, con eso de que la mayor�a enfrentan una quiebra financiera que apenas les permite cumplir con lo m�s elemental.
Adem�s, es el pre�mbulo para evitar declaraciones p�blicas, que los pondr�an en la posici�n de tener que enfrentar a los ciudadanos en este inicio de administraciones que ha resultado bastante atropellado.
Entre la falta de recursos, que tiene a muchos municipios apenas con los servicios b�sicos y el reacomodo de los males que heredaron, la situaci�n no es nada f�cil en estos inicios de administraci�n.